Página 63 - Mente, C

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La individualidad
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sea su experiencia ni su cargo, debe creer que está llevando a cabo
una obra maravillosa cuando modela de acuerdo con su propia mente
la mente de cualquier otro ser humano, y le enseña a comunicar los
sentimientos que él podría expresar. Esto se ha hecho una y otra vez
en detrimento de los seres humanos.—
Manuscrito 116, 1898
.
No debe ser la sombra de otros
—¡Oh, cuánto necesitan los
obreros el espíritu de Jesús para que los transforme y los modele
como le dan forma a la arcilla las manos del alfarero! Cuando tengan
este espíritu, no habrá diferencias entre ellos; nadie será tan obtuso
como para pretender que todo se haga a su manera, de acuerdo con
sus ideas; no habrá sentimientos inarmónicos entre él y los obreros,
sus hermanos, que no logran alcanzar su norma. El Señor no quiere
que ninguno de sus hijos sea una sombra de los demás; sino que
cada cual sea su propio yo, refinado, santificado y ennoblecido al
imitar la vida y el carácter del gran Modelo. El espíritu estrecho,
cerrado, exclusivo, que mantiene todo dentro del ámbito de su propio
yo, ha sido una maldición para la causa de Dios, y siempre lo será
dondequiera se le permita manifestarse.—
The Review and Herald,
13 de abril de 1886
.
Nadie debe sumergir su mente en la de otro
—Dios le permite
a cada ser humano que manifieste su individualidad. No quiere que
nadie sumerja su mente en la de otro mortal. Los que quieren ser
transformados en mente y carácter, no deben mirar a los hombres,
sino al Ejemplo divino. Dios envía esta invitación: “Haya, pues,
en vosotros
este sentir
[mente] que hubo también en Cristo Jesús”.
[444]
Mediante la conversión y la transformación los hombres han de
recibir la mente de Cristo. Cada cual debe comparecer delante de
Dios con una fe individual, con una experiencia personal, sabiendo
por sí mismo que Cristo, la esperanza de gloria, se ha formado en
su interior. Si nosotros imitáramos el ejemplo de cualquier hombre,
incluso de alguien a quien consideráramos casi perfecto en carácter,
sería como si pusiéramos nuestra confianza en un ser humano defec-
tuoso, incapaz de impartir una jota o un tilde de perfección.—
The
Signs of the Times, 3 de septiembre de 1902
.
Para tener mentes vigorosas
—Está bien que el Hno. y la Hna.-
----, y el Hno. y la Hna.-----tengan mentes vigorosas. Cada cual debe
Véase el capítulo 29, “Dependencia e Independencia”.