Página 105 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Las visiones de Ana Phillips
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sino que dejaría que se desarrollara y permitiría que mis hermanas y
hermanos siguieran su propia conducta con respecto a estas mani-
festaciones, que no tienen nada de peculiar... No veo en los escritos
de la Hna. Phillips ninguna cosa que podría crear los movimientos
que se han iniciado. Y si cosas de esta naturaleza son captadas tan
ansiosamente, tendréis abundancia de ellas, variadas en algunos sen-
tidos, y sin embargo de tal naturaleza que podréis tratarlas con una
confianza semejante a la que habéis manifestado en este caso. Me
siento tristísima por ello.
Parece que Ud. piensa que yo debería ser capaz de señalar jus-
tamente dónde están los sentimientos particularmente objetables.
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No hay ninguna cosa tan evidente en aquello que se ha escrito; Ud.
no ha descubierto nada objetable; pero esto no constituye razón
alguna para utilizar esos escritos en la forma como Ud. lo ha hecho.
Su conducta en relación con esto es decididamente objetable. ¿Es
necesario que Ud. discierna de inmediato alguna cosa que podría
perjudicar al pueblo de Dios, para tornarse cauteloso? Si no aparece
ninguna cosa de esta índole, ¿constituye esto una razón suficiente
para que Ud. conceda su apoyo a esos escritos?...
No haga circular los escritos de este carácter sin prestar ma-
yor consideración y profunda comprensión de las consecuencias
posteriores de su conducta...
El fanatismo surgirá entre nosotros. Vendrán engaños, y serán
de una índole tal que si fuera posible engañarían a los mismos esco-
gidos. Si en esas manifestaciones se advirtieran en forma evidente
notables inconsecuencias y declaraciones inexactas, no serían ne-
cesarias las palabras pronunciadas por los labios del gran Maestro.
Esta advertencia ha sido dada debido a los numerosos y variados
peligros. La razón por la cual hago sonar la señal de alarma es que
mediante la instrucción del Espíritu de Dios puedo ver aquello que
mis hermanos no disciernen. No es necesario que señale en toda su
extensión estas fases peculiares del engaño de las que hay que preca-
verse. Me basta decirles: Estad en guardia, y como fieles centinelas
proteged al pueblo de Dios para que no acepte indiscriminadamente
todo lo que en apariencia sea una comunicación del Señor.
Si trabajamos para crear una excitación de los sentimientos,
tendremos toda la que deseemos, y posiblemente más de lo que
seremos capaces de controlar. Predicad “la Palabra” (
2 Timoteo 4:2
)