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Mensajes Selectos Tomo 2
zones que éstos serán arrebatados por el impulso y permitirán que
las impresiones sean su guía.
Hay que controlar el impulso espiritual para impedir que se pro-
nuncien palabras imprudentes y que se expresen palabras exaltadas
que harán que personas impulsivas pierdan su rumbo. Los sentimien-
tos de algunos son prontamente agitados por declaraciones fuertes,
y su imaginación agranda la declaración hasta darle enormes di-
mensiones; todo les parece real y se hacen fanáticos. La experiencia
espiritual se vuelve afiebrada y enferma. Cuando las personas some-
ten completamente su voluntad a la voluntad de Dios y el espíritu
es humilde y permite ser enseñado, el Señor las corrige mediante su
Espíritu Santo, y las guía por caminos seguros.—
Carta 66, 1894
.
“No tiene nada de objetable” es una base insegura para
aceptar algo
Ud. ha de estar confundido y deseará saber cuál es la mejor con-
ducta a seguir con referencia a los escritos de Ana Phillips. Quisiera
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sugerir que no se haga nada apresuradamente. Siento mucha simpa-
tía hacia esa hermana. No quiero decir ni hacer nada que pudiera
causarle daño. Y a pesar de que los escritos han sido aceptados
con entusiasmo y difundidos ampliamente con tan poco examen y
prueba, no se efectúen movimientos abruptos para recuperarlos y
destruirlos como si fueran veneno. Déjeselos donde hayan llega-
do con la aprobación de nuestros hombres responsables. Realizar
movimientos precipitados ahora produciría perjuicio.
Lo que más me admira es que nuestros hermanos hayan aceptado
esos escritos basándose únicamente en el hecho de que no veían
nada objetable en ellos. ¿Por qué no consideraron lo que hay en ellos
que es de tal carácter que puede respaldarse y enviarse con el poder
de la influencia que les da su fuerza?
Hay muchas cosas que no diré ahora, pero que será necesario
decir más tarde. Aunque no haré nada que pueda herir a esta herma-
na, no me atrevo a guardar silencio... Me encuentro en una posición
peculiar, y este asunto nunca debería haberse tratado de un modo
tal que me obligara a hablar acerca de ese tema. Me produce do-
lor al corazón tener que hacerlo, y si no fuera porque veo peligros
futuros, no pronunciaría ni una palabra concerniente a este asunto,