124
Mensajes Selectos Tomo 2
pero éstos siguen teniendo vigencia, y han de ejercer su poder sobre
nuestra experiencia religiosa mientras dure el tiempo.
La influencia de estos mensajes se ha ido profundizando y am-
pliando, y ha puesto en movimiento los motivos que determinan
la conducta en miles de corazones, y ha hecho surgir instituciones
de enseñanza, casas editoras y sanatorios; todos éstos constituyen
los instrumentos de Dios que han de colaborar en la gran obra re-
presentada por el primero, el segundo y el tercer ángel que vuelan
por en medio del cielo para amonestar a los habitantes del mundo,
diciéndoles que Cristo está por venir con poder y gran gloria.
[135]
El profeta dice: “Vi a otro ángel descender del cielo con gran
poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria. Y clamó con voz
potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho
habitación de demonios”.
Apocalipsis 18:1, 2
. Este es el mismo
mensaje que fue dado por el segundo ángel. Babilonia ha caído,
“porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su
fornicación”.
Apocalipsis 14:8
. ¿En qué consiste ese vino? En sus
doctrinas falsas. Ha dado al mundo un día de reposo falso en lugar
del verdadero del cuarto mandamiento, y ha repetido la falsedad
que Satanás comunicó a Eva en el Edén: la inmortalidad natural
del alma. Ha esparcido ampliamente muchos errores semejantes y
ha enseñado “como doctrinas, mandamientos de hombres”.
Mateo
15:9
.
Cuando Jesús comenzó su ministerio público, limpió el templo
de su profanación sacrílega. Entre los últimos actos de su ministerio
figura la segunda purificación del templo. Así también en la obra
final de amonestación al mundo, se hacen dos llamados a las iglesias.
El mensaje del segundo ángel es: “Ha caído, ha caído Babilonia, la
gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del
furor de su fornicación”.
Apocalipsis 14:8
. Y en la proclamación en
alta voz del mensaje del tercer ángel, se oye una voz que dice desde
el cielo: “Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de
sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados
han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades”.
Apocalipsis 18:4, 5
.—
The Review and Herald, 6 de diciembre de
1892
.
[136]
[137]