Página 201 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Los obreros de nuestras instituciones
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el monto de sus bienes y propiedades?” Pero los libros del cielo
registran su valor en proporción al bien que ha realizado con los
recursos a él confiados. El hombre demostrará lo que realmente vale
cuando, en el temor y el amor de Dios, utilice sus talentos entera-
mente santificados para promover la gloria de Dios. Únicamente
cuando se recompense a cada hombre en el momento cuando su obra
sea estimada en el juicio, se sabrá cuánto ha enviado de antemano al
cielo.
Durante años he hablado en contra de la magra suma pagada a
algunos de nuestros ministros. Investigad, buscad en los libros, y
encontraréis que algunos de nuestros ministros han sido tratados
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injustamente. La comisión de auditores necesita comprender su
deber y tener la mente de Cristo. En esta comisión hay algunos
hombres de mente estrecha, hombres que no tienen una verdadera
idea de la abnegación y del sacrificio personal requeridos de los
ministros de Dios. No tienen el concepto debido de lo que significa
dejar el hogar, la esposa y los hijos para convertirse en misioneros de
Dios y trabajar por las almas con el fervor de quienes saben que han
de rendir cuentas. Un verdadero ministro de Dios convertirá toda su
vida en un sacrificio.
La advertencia dada en Salamanca
Mientras estaba en Salamanca, Nueva York, en noviembre de
1890, se me presentaron muchas cosas. Se me mostró que se estaba
introduciendo en la obra un espíritu que Dios no aprueba. Mientras
algunos aceptan sueldos elevados, hay otros que han trabajado fiel-
mente durante años en su puesto y que sin embargo reciben mucho
menos. Se me ha mostrado repetidamente que no debe alterarse el
orden de Dios ni extinguirse el espíritu misionero...
Sé que hay quienes practican mucha abnegación para pagar sus
diezmos y dar sus ofrendas a la causa de Dios. Aquellos que están
a la cabeza de la obra deberían tener una conducta que les permita
decir sin sonrojarse: “Venid, actuemos conjuntamente en esta obra
que se comenzó con sacrificio, y que es sostenida por una continua
abnegación”. El pueblo no debería superar a los que están al frente
de nuestra obra en lo que se refiere a la abnegación, a la práctica de