Página 207 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Los obreros de nuestras instituciones
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des necesidades que hay en la causa de Dios. Al Señor no le agrada
este espíritu de codicia que procura los sueldos más elevados. Nece-
sitamos médicos y ministros cuyos corazones estén consagrados a
Dios, y que reciban sus órdenes de marcha del Médico Misionero
más grande que ha recorrido este planeta. Que contemplen su vida
de abnegación y que luego se sacrifiquen gustosamente a fin de
permitir que más obreros participen de la siembra del Evangelio. Si
todos trabajan con este espíritu, se requeriría menos dinero para los
sueldos.
Algunos han fallado en este punto. Dios los ha bendecido con
habilidad para prestar un servicio aceptable, pero ellos han fracasado
en aprender la lección de la economía, de la abnegación y de andar
humildemente con Dios. Se accedió a sus exigencias de sueldos más
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elevados, y ellos se tornaron extravagantes en el uso de los recursos;
perdieron la influencia para el bien que deberían haber tenido, y la
mano prosperadora de Dios no estuvo con ellos... Cuidado con con-
fiar demasiado en los que exigen sueldos elevados antes de dedicarse
a la obra del Señor. Le escribo esto a modo de precaución.—
Carta
330, 1906
.
Consejo dado a un médico concerniente a un salario fijo
El plan según el cual Ud. recibirá, aparte de su sueldo, todo el
dinero que haga en cierto tipo de trabajo, está abriendo la puerta de la
tentación que conducirá a resultados malignos. Esto no lo alcanzan a
ver Ud. ni aquellos que establecieron este acuerdo. Esto le causará un
gran mal y al mismo tiempo traerá oprobio a la causa de Dios. Este
plan se basa en un principio erróneo, que debe considerarse. Nada
debe dejarse librado al desorden. Todo ha de estar perfectamente
establecido. Ud. debe recibir una suma definida como sueldo por su
trabajo, y vivir dentro de esa cantidad.
En las negociaciones con el Dr. U., se ha introducido algo se-
mejante a esto. Constituye una transacción fraudulenta. Dios ve
su tendencia y su resultado. Este método de remuneración no debe
llevarse a cabo en los sanatorios que han de establecerse. Esta institu-
ción debe pagarle una suma adecuada por sus servicios. Y todos los
que se relacionen con la institución deben recibir una remuneración
proporcionada a sus servicios.—
Carta 99, 1900
.