Página 236 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Mensajes Selectos Tomo 2
obra que pueden realizar como educadores. El Señor mismo colabo-
rará con ellos en sus esfuerzos por enseñar a otros. Deberían dejar
la lucha en manos de los que son más jóvenes; la obra futura ha de
ser realizada por hombres jóvenes y fuertes. La obra está bajo el
control del Autor y Consumador de nuestra fe. El dará habilidad a
hombres que sepan aprovechar las oportunidades. Hará surgir a los
que puedan pelear sus batallas. Nunca deja su obra librada al azar.
Esta obra es grande y solemne, y debe proseguir.
No es la voluntad de Dios que los padres de su causa utilicen
la vitalidad que les queda para llevar pesadas cargas. Que los hom-
bres jóvenes soporten todas las responsabilidades que puedan, y que
peleen virilmente la buena batalla de la fe. El Señor sabe mejor a
quiénes elegir para que lleven a cabo su obra, mejor que los hombres
más sabios, por mucho interés que manifiesten. Es Dios quien im-
planta su Espíritu en los corazones de los hombres jóvenes y quien
los guía para que luchen por él frente a grandes desventajas. El
inspiró a Saulo de Tarso, quien, con todas las capacidades que había
recibido por la verdad revelada del cielo, luchó contra apóstatas,
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que eran quienes deberían haberlo apoyado. Los siervos de Dios
de la actualidad tendrán que hacer frente a las mismas dificultades
que Pablo enfrentó. Esa misma experiencia la tuvieron algunos que
hoy levantan el estandarte de la verdad. Tales hombres son los que
pueden permanecer firmes en defensa de la verdad. Si prosiguen
aprendiendo, Dios podrá utilizarlos para vindicar su ley.
Los jóvenes deben unirse con los obreros experimentados
Que los obreros de edad no piensen que ellos deben llevar todas
las responsabilidades y todas las cargas. Constantemente se están
abriendo nuevos campos donde podemos trabajar. Que los jóvenes
se unan con obreros experimentados que comprenden las Escrituras,
que durante mucho tiempo han sido hacedores de la Palabra, que han
llevado la verdad a la vida práctica, que han confiado diariamente en
Cristo, que buscan al Señor tal como lo buscó Daniel. Daniel oraba a
Dios tres veces por día. Sabía que Uno cuyo consejo es poderoso era
la fuente de sabiduría y de poder. Su arma de guerra era la verdad
tal como se encuentra en Jesús: la espada de dos filos del Espíritu.