Página 259 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Seguridad para los que encaran la muerte
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Me gustaría estar en casa, pero no es seguro a qué reuniones
consentiré en ir; por lo tanto haremos lo mejor posible...
Estoy pidiendo al Señor que la fortalezca. Esperamos que haya
mejorado. Aférrese al Señor y ponga su mano en la de Cristo...
Mariana, Ud. no debe desanimarse. Su caso está en las manos
del Señor, y en lo que se refiere a su tratamiento, Ud. ahora debe
dejar que el Dr. A y el Dr. B hagan lo que haya que hacer. Tenemos
otros libros para encomendarle cuando Ud. haya sanado. Esfuércese
por comer, aunque ello le cause algo de dolor. Cuanto más tiempo
permanezca sin comer, tanto más débil se tornará... Podemos pre-
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guntar: ¿Cómo puede el Señor necesitarnos? ¿No es nuestro Dios
todopoderoso? ¿No confiará Ud. en su poder? Ningún ser vivien-
te puede ayudarle como el Señor Jesús podría. Confíe en él. El la
cuidará.—
Carta 378, 1904
.
Melrose, Massachusetts, 24 de agosto de 1904
QUERIDA HNA. MARIANA DAVIS,
No albergue ningún pensamiento ansioso. Siento mucho que esté
tan enferma, pero haga todo lo posible por recuperar su salud. Haré
arreglos para que se paguen todas las cuentas de la enfermedad. No
me siento bien, y puedo viajar tan sólo corta distancia en el coche.
No me atrevo a realizar viajes largos en los carruajes. Mientras yo
viva y Ud. viva, mi hogar estará a su disposición...
Mariana, durante casi todo el tiempo que he estado afuera no he
sentido deseos de comer, pero no me atrevo a dejar de comer porque
entonces no podría hacer nada. He comido aunque sin ganas, a fin
de seguir viviendo. Desde que llegué a este lugar he sentido deseos
de comer. Confío en Dios y ruego por Ud. y por mí. No debemos
tener ansiedades ni preocupaciones excesivas. Tan sólo confíe en
el Señor. Todo lo que necesitamos Ud. y yo, es creer en Aquel que
puede salvar a todos los que acuden a él y confían en él. “Aférrate
firmemente a mi mano”, nos dice Jesús a Ud. y a mí. Se la anima
para que piense correctamente acerca de Cristo nuestro Salvador: su
Salvador y mi Salvador. Ud. ha sentido gozo cada vez que ha tenido
la oportunidad de hacer todo lo posible para promover su gloria,
y Ud. será llevada a la ciudad de Dios cuando resuene la última
trompeta de Dios, y seamos recibidos con gozo genuino.