Página 260 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Mensajes Selectos Tomo 2
Mariana, Ud. ha colaborado conmigo para poner la buena doctri-
na en estrecho contacto con las almas humanas, para que obtuviesen
inspiración y manifestasen una conducta consecuente. “La forma de
las sanas palabras” ha de estimarse más valiosa que el oro y la plata
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y que toda atracción terrenal. Ud. ha amado la verdad. Ha sentido
intensamente el gran descuido de que ha sido objeto nuestro Señor y
Salvador. ¡Cuán bueno es tener los mismos pensamientos que Dios!
Ud. ha anhelado esto. No existe ninguna otra influencia salvadora
para el hombre aparte de la verdad de Dios.
“Bendice, alma mía a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo
nombre”.
Salmos 103:1
. Le ruego que tanto Ud. como yo tengamos
cada día un servicio de acción de gracias. ¿Acaso no lo debemos a
Aquel que ha conservado su vida todos estos años en respuesta a
la oración de fe? Póngase en sus manos en su debilidad, y confíe
plenamente en él. Adoptemos la Palabra de Dios como la gran regla
para nuestras vidas, y como la panacea celestial al alcance de nuestra
mano. Hemos procurado, Ud. y yo trabajando unidas, presentar a la
gente la doctrina verdadera, acompañada de santidad, misericordia,
verdad y amor. Hemos procurado presentarla con sencillez, a fin de
que la gente recibiese el amor y la santidad unidos, lo cual constituye
sencillamente el cristianismo en el corazón. Hemos hecho todo lo
que podíamos a fin de presentar el cristianismo como la corona y la
gloria de la vida del hombre aquí en este mundo, como preparación
para entrar en la ciudad de Dios y llegar a ser sus redimidos preciosos
y amados en las mansiones que ha ido a preparar para nosotros.
Entonces, alabemos al Señor. Alabémoslo a él.
Mariana, tenga la bondad de comer, porque su médico terrenal
desea que Ud. coma, y el gran Médico Misionero también quiere
que Ud. coma; y la Hna. [N. J.] Nelson conseguirá cualquier cosa
que Ud. pida. Nadie se alegrará más que yo si se le conserva la vida
para continuar trabajando; pero si ha llegado el momento cuando
Ud. o yo debemos dormir en Jesús, no debemos acortar la vida
rehusando el alimento que el organismo debe recibir. Ahora, querida
mía, Ud. debe comer, sea que desee hacerlo o no, y en esa forma
debe contribuir con su parte para obtener mejoría. Haga lo mejor
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que pueda para recuperarse, y luego si al Señor le place llevarla
al descanso, Ud. habrá hecho su parte. Aprecio su trabajo. Alabe