Página 278 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Mensajes Selectos Tomo 2
nos conforta en todas nuestras tribulaciones. Cuando él nos presenta
un vaso amargo para que lo bebamos, también acerca la copa de
bendición a nuestros labios. Llena el corazón de sumisión, de gozo
y paz proporcionados por nuestras creencias, y nos capacita para
decir humildemente: No se haga mi voluntad, sino la tuya, oh Señor.
“Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito”.
Job
1:21
. Con esta sumisión resucita la esperanza, y la mano de la fe se
aferra de la mano del poder infinito. “El que levantó de los muertos
a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su
Espíritu que mora en vosotros”.
Romanos 8:11
.
Los cuerpos que se siembran en corrupción, resucitarán en inco-
rrupción. Aquello que se siembra en deshonra, resucitará en gloria;
lo que se siembra en debilidad, resucitará en poder; se siembra
un cuerpo animal y resucitará un cuerpo espiritual. Los cuerpos
mortales son vivificados por su Espíritu que mora en vosotros.
Cristo reclama como suyos a todos los que han creído en su
nombre. El poder vitalizador del Espíritu de Cristo que mora en el
cuerpo mortal, vincula a cada alma creyente a Jesucristo. Los que
creen en Jesús son sagrados para su corazón, porque su vida está
oculta con Cristo en Dios. El Dador de la vida pronunciará esta
orden: “¡Despertad y cantad, moradores del polvo! porque tu rocío
es cual rocío de hortalizas, y la tierra dará sus muertos”.
Isaías 26:19
.
El Dador de la vida llamará a su posesión adquirida en la primera
resurrección, y hasta esa hora triunfante, cuando resuene la trompeta
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final y el vasto ejército avance hacia la victoria eterna, cada santo
que duerme será mantenido en seguridad y guardado como una
joya preciosa, como quien es conocido por Dios por su nombre.
Resucitarán por el poder del Salvador que moró en ellos mientras
vivieron y porque fueron participantes de la naturaleza divina.
Cristo sostuvo que era el Hijo unigénito del Padre, pero los hom-
bres enfrascados en la incredulidad y atrincherados en el prejuicio,
negaron al Santo y al Justo. Lo acusaron de blasfemia y fue condena-
do a una muerte cruel, pero él destruyó los grilletes de la tumba, se
levantó triunfantemente de los muertos, y declaró sobre el sepulcro
rasgado de José: “Yo soy la resurrección y la vida”.
Juan 11:25
. Fue
revestido de todo el poder del cielo y la tierra, y los justos también
saldrán de la tumba libres en Jesús. Serán encontrados dignos de
recibir ese mundo y la resurrección de los muertos. “Entonces los