Página 31 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Advertencias contra las enseñanzas sensacionales y la religión emocional
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tenido y que creen necesario referir. Quiera el Señor ayudar a sus
siervos a ser cuidadosos.
Cuando el Señor tiene un canal de luz genuino, siempre se produ-
cen muchas falsificaciones. Con seguridad Satanás se introducirá por
cualquier puerta que se le abra. Dará mensajes de verdad mezclados
con sus propias ideas, calculadas para descarriar a las almas y para
conducir la mente hacia los seres humanos y sus dichos, impidién-
dole de este modo afirmarse con decisión en un “Así dice Jehová”.
En el trato de Dios con su pueblo, todo se verifica con quietud; aque-
llos que confían en él actúan con calma y sin pretensiones. Habrá
creyentes en la Biblia sencillos, fieles y fervorosos, y habrá quienes
pondrán por obra la Palabra tanto como quienes se conformarán con
escucharla. Habrá quienes confiarán en Dios con firmeza, fervor y
sensatez.—
Carta 102, 1894
.
El ejemplo de Cristo
Que nadie tema incurrir en extremos mientras estudia detenida-
mente la Palabra y humilla el alma a cada paso. Cristo debe morar
en él por la fe. El, su Ejemplo, era sereno. Andaba humildemente.
Poseía una verdadera dignidad. Tenía paciencia. Si nosotros, los
que aceptamos la justificación por la fe, poseemos esos rasgos de
carácter, no habrá extremistas...
El ejemplo de Cristo está delante de nosotros con el fin de man-
tener siempre estrechamente relacionados la ley y el Evangelio. No
pueden ser separados. Cultívense la calma y la serenidad, y mantén-
ganse con perseverancia, porque tal fue el carácter de Cristo. Oímos
las expresiones vehementes de los falsos hombres de religión que
formulan atrevidas pretensiones, que hablan mucho y en voz alta,
diciendo: “Soy santo y no tengo pecado”, cuando en realidad no
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poseen el mínimo fundamento para su fe. En el Autor de toda verdad
no vemos bulliciosas afirmaciones de fe ni tremendas contorsiones
y ejercicios corporales.
Recordad que en él habita toda la plenitud de la Divinidad corpo-
ralmente. Si Cristo mora por la fe en nuestros corazones, mediante
la contemplación de su vida procuraremos ser como Jesús, puros,
pacíficos y sin contaminación. Revelaremos a Cristo en nuestro
carácter. No sólo recibiremos y absorberemos luz sino también la