Página 35 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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El fanatismo de los comienzos se repetirá
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podrían presentarse. Algunos que ocupan cargos importantes en
la obra de Dios están impartiendo enseñanzas similares a las que
tuvimos que combatir después de 1844.
En Nueva Hampshire, en Vermont y en otros lugares, tuvimos
que resistir la obra furtiva y engañosa del fanatismo. Se cometie-
ron pecados de presunción y algunos gratificaron libremente deseos
vehementes no santificados, y lo hicieron ocultándose bajo el manto
de la santificación. Se abogó por la doctrina del amor libre bajo la
apariencia de espiritualidad. Vimos el cumplimiento del pasaje bíbli-
co según el cual “en los postreros tiempos algunos apostatarán de la
fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios”
(
1 Timoteo 4:1
); (
The Southern Watchman
[El centinela del sur], 5
de abril de 1904).
Las manifestaciones corporales no son necesarias
La verdadera religión no exige grandes manifestaciones corpora-
les... Estas no constituyen una evidencia de la presencia del Espíritu
de Dios. En 1843 y 1844 tuvimos que combatir esta clase de fanatis-
mo. Algunos hombres decían: “Tengo el Espíritu de Dios”, y se iban
a la reunión y rodaban como un aro; y debido a que algunas personas
no aceptaban tal cosa como evidencia de la obra del Espíritu Santo,
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las consideraban como impías. El Señor me envió en medio de ese
fanatismo... Algunos venían y me preguntaban: “¿Por qué no se une
a ellos?” Les contestaba que tenía otro Conductor, Uno que es manso
y humilde de corazón, Uno que no efectuó demostraciones como las
que ellos realizaban allí, ni hizo tales alardes. Estas demostraciones
no proceden de Cristo sino que son del maligno (Manuscrito 97,
1909).
La pretensión de estar sellados y de ser santos
En 1850 mi esposo y yo visitamos Vermont, Canadá, Nueva
Hampshire y Maine. Celebramos las reuniones en forma privada.
Por ese tiempo resultaba prácticamente imposible tener acceso a los
no creyentes. El chasco de 1844 había confundido las mentes de
muchos, y no querían escuchar ninguna explicación sobre el tema.
Estaban impacientes y eran incrédulos, y muchos parecían rebeldes