40—El lúpulo, el tabaco y los cerdos
En respuesta a muchas preguntas, queremos decir que los ad-
ventistas del séptimo día, para ganarse la vida, pueden dedicarse a
ocupaciones que armonicen mucho más con su fe que el cultivo del
lúpulo y del tabaco, y que la cría de cerdos.
Quisiéramos recomendar que no siembren más lúpulo y tabaco,
y que reduzcan el número de sus cerdos. Aun pueden considerar que
es su deber, tal como lo consideran muchos cristianos consecuentes,
no criar más cerdos. No queremos imponer a ninguna persona este
parecer. Y mucho menos tomaríamos la responsabilidad de decir:
“Arad vuestros campos de lúpulo y de tabaco, y sacrificad vuestros
cerdos para darlos a los perros”.
Mientras decimos a los que están dispuestos a criticar a los
miembros de nuestro pueblo que cultivan lúpulo y tabaco, y que
crían cerdos, que no tienen derecho a convertir estas cosas, en ningún
sentido, en una prueba para pertenecer a la comunidad cristiana;
también decimos a los que se ocupan de esas cosas despreciables:
“Si podéis desprenderos de ellas sin experimentar una gran pérdida,
la armonía con la fe de este pueblo cuyas publicaciones y enseñanzas
orales tienen tanto que decir acerca del tema de la reforma, constituye
más que una sugerencia para que os desprendáis de esas cosas tan
pronto como sea posible
—
The Review and Herald, 24 de marzo
de 1868
.
[390]
Esta es una de las pocas declaraciones formuladas conjuntamente por Jaime White y
su esposa. Puesto que estaba firmada por ambos, es evidente que los conceptos expresados
en ella eran aprobados plenamente por la Sra. White.—
Los compiladores
.
346