Una invitación a vivir en el campo
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trasladados a las cortes celestiales? ¿Los estáis preparando para que
sean miembros de la familia real e hijos del Rey celestial? “Porque
¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su
alma?”
Marcos 8:36
. ¿Qué importancia tienen el ocio, la comodidad
y la conveniencia, comparados con el valor de las almas de vuestros
hijos? (Manuscrito 76, 1905).
Refugio proporcionado por el campo
Los padres deben comprender que la educación de sus hijos
constituye una obra importante en la salvación de las almas. El
campo ofrece oportunidad para una abundante ejercitación en la
práctica de hacer lo que debe ser hecho y que proporcionará salud
física mediante el desarrollo de los nervios y los músculos. “Fuera
de las ciudades”, es mi mensaje para la educación de nuestros hijos.
Dios proporcionó a nuestros primeros padres los medios para
llevar a cabo una verdadera educación cuando los instruyó para
que labrasen la tierra y cuidasen el huerto que constituía su hogar.
Después de la entrada del pecado, debido a la desobediencia de
los requerimientos del Señor, se acrecentó enormemente el trabajo
de cultivar la tierra, porque ésta, a causa de la maldición, produjo
espinas y cardos. Pero el trabajo en sí mismo no se dio a causa del
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pecado. El gran Maestro mismo bendijo el trabajo de cultivar la
tierra.
Satanás tiene el propósito de atraer a las ciudades a los hombres
y las mujeres, y con el fin de lograrlo inventa toda clase de novedades
y diversiones, y toda clase de recursos que resultan excitantes. Y las
ciudades del mundo están llegando a ser hoy como las ciudades que
existían antes del diluvio...
¿Quién será amonestado? Volvemos a decir: “Fuera de las ciuda-
des”. No consideréis que es una gran privación el tener que traslada-
ros a los cerros y las montañas, sino buscad un retiro donde podáis
estar solos con Dios, para aprender su voluntad y sus caminos...
Insto a nuestro pueblo a que convierta la búsqueda de la espiri-
tualidad en la obra de su vida. Cristo está a la puerta. Por esto digo a
nuestro pueblo: “No consideréis que es una privación el ser llamados
a dejar las ciudades para trasladaros al campo. Allí esperan abundan-
tes bendiciones para los que deseen aprehenderlas. Al contemplar