Página 391 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Se necesita una obra de purificación
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entonces nos sobrevendrá la ruina. Esta es una obra que debemos
emprender en cada una de nuestras iglesias. Cada persona debe ser
un cristiano.
Desechando el pecado
Deséchese el pecado del orgullo, abandónese toda superfluidad
en el modo de vestir y haya arrepentimiento delante de Dios por
haberle robado descaradamente el dinero que debería fluir a su
tesorería para sostener la obra de Dios en los campos misioneros.
Preséntense ante nuestro pueblo una obra de reforma y de conversión
verdadera, e ínsteselo a participar en ella. Que nuestras obras y
nuestro comportamiento correspondan con la obra para este tiempo
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a fin de poder decir: “Sígueme a mí, así como yo sigo a Cristo”.
Humillémonos delante de Dios, ayunemos y oremos, arrepintámonos
de los pecados y desechémoslos.
La voz del centinela verdadero debe escucharse a lo largo de
todo el frente: “La mañana viene, y después la noche”.
Isaías 21:12
.
La trompeta debe hacerse resonar con notas certeras porque estamos
en el gran día de la preparación del Señor... Muchas doctrinas están
en boga en nuestro mundo. Hay muchas orientaciones religiosas
que cuentan con miles y decenas de miles de adherentes, pero hay
una sola que cuenta con la aprobación de Dios. Hay una religión
del hombre y una religión de Dios. Debemos tener nuestras almas
afianzadas en la Roca eterna. Todas las cosas que hay en el mun-
do, tanto los hombres como las doctrinas y la naturaleza misma,
están cumpliendo la segura palabra profética y realizando su obra
grandiosa y final en la historia de este mundo.
Debemos estar listos y a la espera de las órdenes de Dios. Las
naciones serán conmovidas en toda su extensión. Se quitará el apoyo
a los que proclaman la única norma de justicia de Dios y la única
prueba segura del carácter. Y todos los que no se sometan a los
decretos de los concilios nacionales y obedezcan las leyes nacionales
que ordenan exaltar el día de reposo instituido por el hombre de
pecado, por encima del día santo de Dios, sentirán, no solamente el
poder opresivo del papado, sino también el del mundo protestante
que es la imagen de la bestia.