49—Un nombre y un pueblo característicos
No debemos avergonzarnos de nuestro nombre
Somos adventistas del séptimo día. ¿Nos avergonzamos de nues-
tro nombre? Contestamos: “¡No, no! No estamos avergonzados de
él. Es el nombre que el Señor nos ha dado. Nos señala la verdad que
ha de probar a las iglesias”.—
Carta 110, 1902
.
Somos adventistas del séptimo día y nunca deberíamos avergon-
zarnos de llevar este nombre. Como un pueblo, debemos colocarnos
firmemente de parte de la verdad y la justicia. Así es como glori-
ficaremos a Dios. Debemos ser librados de los peligros y no ser
entrampados y corrompidos por ellos. Para que esto sea así, hemos
de contemplar a Jesús, el Autor y Consumador de nuestra fe.—
Carta
106, 1903
.
Nuestra señal distintiva
El estandarte del tercer ángel lleva esta inscripción: “Los manda-
mientos de Dios y la fe de Jesús”. Nuestras instituciones han tomado
un nombre que expresa el carácter de nuestra fe, y nunca deberíamos
avergonzarnos de este nombre. Se me ha mostrado que este nombre
significa mucho, y al adoptarlo hemos seguido la luz que nos ha sido
dada desde el cielo. El sábado constituye el monumento de Dios que
[443]
conmemora su obra creadora, y es una señal que debe mantenerse
delante del mundo.
No debe haber contemporización con los que adoran un día de
reposo idolátrico. No debemos emplear nuestro tiempo en discu-
siones con los que conocen la verdad y sobre quienes la luz de la
verdad ha estado brillando, cuando apartan sus oídos de la verdad
para escuchar fábulas. Se me dijo que los hombres utilizarán toda
clase de subterfugios para tornar menos prominente la diferencia que
existe entre la fe de los adventistas del séptimo día y la de quienes
observan el primer día de la semana. Todo el mundo participará en
392