Página 415 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Últimos mensajes dirigidos a la Asociación General
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de su transgresión de la ley. Únicamente los que se apartan de la
transgresión y aceptan obedecer pueden esperar perdón y paz.
Debemos levantar el estandarte que lleva esta inscripción: “Los
mandamientos de Dios y la fe de Jesús”. La obediencia a la ley
de Dios es el gran problema. No lo ocultemos. Debemos tratar de
despertar a los miembros de la iglesia y a los que no profesan la
religión para que capten y obedezcan las exigencias de la ley del
cielo. Debemos magnificar esta ley y presentarla en forma honrosa.
Cristo nos ha comisionado para que sembremos la semilla de
la verdad y para que presentemos insistentemente a la gente la
importancia de la obra que deben realizar los que viven en medio de
las escenas finales de la historia terrena. A medida que las palabras
de verdad se proclaman en los caminos y en los vallados debe haber
una revelación de la obra del Espíritu de Dios en los corazones
humanos.
¡Cuánto bien podría realizarse si todos los que tienen la verdad,
la Palabra de vida, trabajaran por el esclarecimiento de los que no la
poseen! Cuando los samaritanos acudieron a Cristo en respuesta a
la invitación de la mujer samaritana, Cristo los comparó, al hablar
con los discípulos, a un campo de trigo listo para la siega. Les dijo:
“¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la
siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos,
porque ya están blancos para la siega”.
Juan 4:35
. Cristo permaneció
dos días con los samaritanos, porque estaban hambrientos de oír la
verdad. ¡Y fueron días ocupadísimos! Como resultado, “creyeron
muchos más por la palabra de él”.
Juan 4:41
. Este fue su testimonio:
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“Nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste
es el Salvador del mundo, el Cristo”.
Juan 4:42
.
¿Qué miembros del pueblo profeso de Dios emprenderán esta
obra sagrada y trabajarán por las almas que perecen por falta de
conocimiento? El mundo debe ser amonestado. Se me han mos-
trado muchos lugares que requieren un esfuerzo consagrado, fiel
e incansable. Cristo está abriendo los corazones y las mentes de
muchos moradores de nuestras grandes ciudades. Ellos necesitan
las verdades de la Palabra de Dios; y si nosotros nos ponemos en
piadosa relación con Cristo y procuramos aproximarnos a esa gente,
haremos en ella impresiones que la orientarán hacia el bien. Debe-
mos despertarnos y entrar en una relación de simpatía con Cristo y