Página 455 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Capítulo 2
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su salud en la mejor condición, y deberían tomarlos únicamente a
horas regulares, no más de tres veces por día; y aun dos comidas
serían mejor que tres. Si se disciplina debidamente a los hijos, pron-
to aprenderán que no conseguirán nada llorando o irritándose. Una
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madre juiciosa obrará para educar a sus hijos, no sólo en lo que
atañe a su comodidad presente sino también a su bien futuro. Y para
lograrlo les enseñará la importante lección del dominio del apetito y
de la abnegación, con el fin de que puedan comer, beber y vestirse
teniendo en cuenta los mejores intereses de la salud.
Una familia bien disciplinada que ame y obedezca a Dios, tendrá
una disposición gozosa y feliz. Cuando el padre regrese de su trabajo
diario no llevará sus perplejidades al hogar. Comprenderá que el
hogar y el círculo de la familia son demasiado sagrados para malo-
grarlos con preocupaciones infelices. Cuando salió de su hogar no
dejó atrás a su Salvador y su religión. Ambos fueron sus compañeros.
La dulce influencia de su hogar, la bendición de su esposa y el amor
de sus hijos, alivianan sus cargas de modo que regresa con paz en el
corazón y con palabras de gozo y de ánimo para la esposa y los hijos,
quienes lo esperan para darle gozosamente la bienvenida. Cuando
se arrodilla con su familia en el altar de la oración, para ofrecer su
agradecimiento a Dios por su cuidado protector derramado sobre él
y sobre sus seres amados durante todo el día, los ángeles de Dios
están en la habitación y llevan al cielo las fervorosas oraciones de
los padres que temen a Dios, como un suave incienso, las cuales son
contestadas por medio de nuevas bendiciones.
Los padres deberían enseñar a sus hijos que es pecado dar satis-
facción al gusto con perjuicio del estómago. Deberían inculcarles
que al violar las leyes que rigen el organismo pecan contra su Crea-
dor. No será difícil gobernar a los niños que han sido educados en esa
forma. No tendrán estados de ánimo cambiantes, no serán irritables,
y estarán en una condición mucho mejor para disfrutar de la vida.
Esos hijos comprenderán con más rapidez y claridad cuáles son sus
obligaciones morales. Los hijos a quienes se ha enseñado a someter
su voluntad y sus deseos a sus padres, estarán mejor dispuestos a
entregar sin dilación su voluntad a Dios, y se dejarán controlar por el
Espíritu de Cristo. La razón por la que tantas personas que pretenden
ser cristianas tienen numerosas pruebas que mantienen afligida a la
iglesia, se debe a que no han sido enseñadas correctamente en su