Página 454 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Mensajes Selectos Tomo 2
hijos. Al enseñar correctamente a sus hijos, al inculcarles hábitos
de temperancia y de dominio propio, y al enseñarles su deber hacia
Dios, los está preparando para que lleguen a ser útiles en el mundo,
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para que eleven las normas morales de la sociedad, y para que
reverencien y obedezcan la ley de Dios. La madre piadosa instruirá a
sus hijos con paciencia y perseverancia, dándoles línea sobre línea y
precepto sobre precepto, no en una forma áspera y apremiante, sino
atrayéndolos hacia ella con amor y ternura. Ellos prestarán atención
a las lecciones de amor, y escucharán gozosamente sus palabras de
instrucción.
En lugar de hacer salir a sus hijos de su presencia para que no la
molesten con su ruido, y para que no la fastidien pidiéndole una can-
tidad de cosas, ella sentirá que la mejor forma de emplear su tiempo
será serenando sus mentes inquietas con algún entretenimiento o
con algún trabajo liviano que puedan hacer con gozo. La madre será
ampliamente recompensada por sus esfuerzos y por el tiempo que
invierte entreteniendo a sus hijos.
A los niños pequeños les agrada tener compañía. Por lo general
no disfrutan estando solos, y por esta razón la madre debería com-
prender que en muchos casos el lugar para sus hijos, cuando están
en la casa, es la habitación donde ella se encuentra. Así ella podrá
observarlos y zanjar las pequeñas diferencias que surgen entre ellos
cuando se lo pidan, y corregir los malos hábitos o las manifestacio-
nes de egoísmo o de ira; de este modo podrá imprimir a sus mentes
un giro en la dirección correcta. Los niños piensan que a la madre le
agrada aquello con lo que ellos disfrutan, y les parece perfectamen-
te natural consultar a su madre acerca de los pequeños problemas
que los confunden. Y la madre no debería herir el corazón de sus
hijos sensibles tratando sus intereses con indiferencia o rehusando
molestarse con tales asuntos de poca monta. Lo que puede parecer
pequeño a la madre puede ser muy importante para ellos. Y una
palabra de consejo o de advertencia dada en el momento oportuno
con frecuencia resultará de gran valor. Una mirada de aprobación,
una palabra de ánimo y de alabanza de la madre a menudo serán
como un rayo de luz en sus tiernos corazones durante todo el día.
La primera educación que los hijos deberían recibir de su madre
en la infancia es la relativa a su salud física. Deberían recibir sola-
mente alimentos sencillos, de la calidad adecuada para conservar