Página 473 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Capítulo 4
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enfermos de abundante aire fresco. Puede ser que sus habitaciones
no siempre hayan sido construidas para permitir que las ventanas y
las puertas se abran en ellas sin que la corriente de aire los afecte
directamente, exponiéndolos a un enfriamiento. En esos casos las
ventanas y las puertas deberían abrirse en una habitación adyacente,
permitiendo así que el aire fresco entre en el cuarto ocupado por
el enfermo. El aire fresco resultará más benéfico para los enfermos
que los medicamentos, y es mucho más esencial para ellos que su
alimento. Les irá mejor y se restablecerán más pronto privados de
alimento que de aire fresco.
Muchos inválidos han estado confinados durante semanas y me-
ses en habitaciones cerradas, privados de la luz y del aire puro y
vigorizador del cielo, como si el aire fuera un enemigo mortal, cuan-
do éste era precisamente la medicina que el enfermo necesitaba para
recuperarse. Todo el organismo se debilitó y enfermó por falta de
aire, y la naturaleza se estaba hundiendo bajo su carga de impurezas
acumuladas, con la adición de los venenos de moda administrados
por los médicos, hasta que fue vencida y se quebrantó debido a sus
esfuerzos, y como resultado de esto los enfermos murieron. Pudieron
haber vivido. El cielo no quería su muerte. Murieron como víctimas
de su propia ignorancia, de la ignorancia de sus amigos, y de la
ignorancia y el engaño de los médicos que les dieron venenos de
moda, y los privaron de agua pura para beber y de aire fresco para
respirar, lo que habría vigorizado los órganos vitales, purificado la
sangre y ayudado a la naturaleza en su tarea de vencer el estado
deficiente de su organismo. Estos remedios valiosos provistos por el
cielo, y que no cuestan nada, fueron puestos de lado y considerados
no solamente sin valor sino también como enemigos peligrosos,
mientras los venenos prescriptos por los médicos eran tomados con
ciega confianza.
Miles de personas han muerto por falta de agua pura y de aire
puro, y sin embargo, habrían podido vivir. Y miles de inválidos que
están vivos, que constituyen una carga para sí mismos y para otros,
piensan que sus vidas dependen de la ingestión de los medicamentos
recetados por los médicos. Se están protegiendo continuamente del
aire y evitando el uso del agua. Pero necesitan de estas bendiciones
para restablecerse. Si quisieran recibir instrucción y dejaran de lado
los medicamentos, si se acostumbraran al ejercicio al aire libre y a