Página 474 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Mensajes Selectos Tomo 2
tener aire en sus casas, en el verano y en el invierno, y a utilizar agua
pura para beber y bañarse, estarían comparativamente bien y felices
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en lugar de arrastrar una existencia miserable.
Los asistentes y las enfermeras que trabajan en los cuartos de los
enfermos deben cuidar su propia salud, especialmente en los casos
graves de fiebre y de tuberculosis. No debe permitirse que una sola
persona permanezca durante un tiempo prolongado en la habitación
del enfermo. Es más seguro que dos o tres enfermeras cuidadosas y
competentes se turnen para atender al enfermo en su cuarto cerrado.
Cada una debería hacer ejercicio al aire libre con tanta frecuencia
como sea posible. Esto es importante para los que asisten a los
enfermos, especialmente si los amigos del enfermo pertenecen a esa
clase de gente que considera el aire como un enemigo cuando se lo
deja entrar en la habitación del enfermo, y no permite que se abran
las ventanas y las puertas. En este caso, el enfermo y sus asistentes
se ven obligados a respirar diariamente una atmósfera intoxicante,
debido a la inexcusable ignorancia de los amigos del enfermo.
En muchísimos casos los acompañantes del enfermo ignoran las
necesidades del organismo y la relación que existe entre la respira-
ción de aire fresco y la salud, y desconocen también la influencia
destructora de la vida que ejerce la inhalación del aire contaminado
del cuarto del enfermo. En este caso peligra la vida del paciente, y
los acompañantes mismos corren el riesgo de contraer la enfermedad
y de perder la salud, y posiblemente hasta la vida.
Si la fiebre ataca a una familia, a menudo más de uno de sus
miembros la padece. Esto no debería ocurrir si los hábitos de la
familia fuesen correctos. Si la alimentación fuese adecuada, si obser-
vasen hábitos de aseo y comprendiesen la necesidad de ventilación,
la fiebre no necesitaría contagiar a los demás miembros de la familia.
La razón por la que las fiebres reinan en las familias, y amenazan
a los acompañantes del enfermo, es que la habitación del paciente
no se mantiene libre de la infección tóxica mediante la limpieza y la
ventilación adecuadas.
Si los que atienden a los enfermos se interesan seriamente en el
tema de la salud y comprenden la necesidad de ventilación para su
propio beneficio tanto como el del paciente, y si los parientes y el
enfermo se oponen a que se deje entrar aire y luz en la habitación,
los que asisten al enfermo deberían abandonar el cuarto sin tener