Página 475 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Capítulo 4
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escrúpulos de conciencia. Deberían sentirse liberados de sus obli-
gaciones hacia el enfermo. No es deber de una o más personas el
arriesgarse a contraer una enfermedad y poner en peligro su vida
respirando una atmósfera tóxica. Si los enfermos son víctimas de
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sus propias ideas erróneas, e impiden la entrada a sus habitaciones
de las bendiciones más esenciales del cielo, dejad que lo hagan, pero
sin poner en peligro a los que desean vivir.
La madre, guiada por el sentido del deber, ha dejado a su familia
para servir en la habitación del enfermo, donde no se permitía la
entrada de aire fresco, y ha enfermado por respirar en una atmósfera
contaminada; todo su organismo quedó afectado. Después de sufrir
intensamente durante un tiempo, ha muerto dejando huérfanos a sus
hijos. El enfermo que compartió la simpatía y la abnegación de esta
madre recuperó su salud, pero ni él ni sus amigos comprendieron
que se había sacrificado una vida preciosa debido a la ignorancia
de la relación que existe entre el aire puro y la salud. Tampoco se
sintieron responsables hacia los hijos que habían quedado sin el
cuidado tierno de una madre.
Las madres a veces permiten que sus hijas cuiden a los enfermos
en habitaciones mal ventiladas, y como resultado de eso han tenido
que atenderlas durante el período de su enfermedad. Y debido a
la ansiedad de la madre y a los cuidados prestados a su hija, ella
también ha enfermado, y con frecuencia una o las dos han muerto,
o han quedado con una constitución quebrantada o bien han vivido
como inválidas durante el resto de su vida. Hay una lista lamentable
de males que tienen su origen en la habitación del enfermo, pero de
la que se ha excluido el aire puro del cielo. Todos los que respiran
esa atmósfera tóxica violan las leyes que rigen su organismo y deben
sufrir la penalidad.
Los enfermos, por regla general, se ven obligados a soportar a
un exceso de visitantes que hablan con ellos y los cansan con sus
diversos temas de conversación, cuando lo que necesitan es reposo
sin ninguna clase de perturbación. Muchos han enfermado por haber
abusado de sus fuerzas. Sus energías exhaustas los obligan a dejar
de trabajar, y son llevados al lecho del dolor. El descanso, la libertad
de las preocupaciones, la luz, el aire puro, el agua pura y una dieta
sobria, es todo lo que necesitan para restablecerse. Es una bondad
equivocada la que conduce a muchos a visitar a los enfermos por