Página 48 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Mensajes Selectos Tomo 2
bemos formar parte del gran ejército que Dios tiene para la lucha
agresiva. Los fieles embajadores del Señor deben presentar la verdad
en forma bien definida. Gran parte de lo que hoy es llamado verda-
des probatorias constituye nada más que disparates que conducen a
ofrecer resistencia al Espíritu Santo...
Una presentación defectuosa del Espíritu Santo
Se está hablando mucho acerca del derramamiento del Espíritu
Santo, y algunas personas han interpretado esto en forma tal que
ha resultado perjudicial para la iglesia. La vida eterna consiste en
recibir los principios vivientes de las Sagradas Escrituras y en hacer
la voluntad de Dios. Esto es comer la carne y beber la sangre del
Hijo de Dios. A los que hacen esto les son reveladas la vida y la
inmortalidad mediante el Evangelio, porque la Palabra es verdad,
espíritu y vida. Todos los que creen en Jesucristo como su Salvador
personal tienen el privilegio de alimentarse de la Palabra de Dios.
La influencia del Espíritu Santo convierte a esa Palabra, la Biblia, en
una verdad inmortal, que proporciona fibra y músculo espirituales a
quien investiga con espíritu de oración.
Cristo declaró: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros
os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan
testimonio de mí”.
Juan 5:39
. Los que cavan debajo de la superficie
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encuentran las gemas de la verdad que están ocultas. El Espíritu
Santo acompaña al investigador fervoroso. Su inspiración fulgura
sobre la Palabra, estampa la verdad sobre la mente y le da una
importancia renovada y actual. El investigador se siente invadido
por una sensación de paz y de gozo que nunca había experimentado.
Comprende como nunca antes el inmenso valor de la verdad. Una
nueva luz celestial brilla sobre la Palabra, y la ilumina como si cada
letra estuviera matizada con oro. Dios mismo ha hablado a la mente
y el corazón, y ha hecho que la Palabra sea espíritu y vida.
Cada verdadero investigador de la Palabra eleva a Dios su co-
razón e implora la ayuda del Espíritu. Y pronto descubre aquello
que lo lleva por encima de todas las declaraciones ficticias de quien
se considera maestro, cuyas teorías débiles y vacilantes no están
respaldadas por la Palabra del Dios viviente. Esas teorías fueron
inventadas por hombres que no habían aprendido la gran lección: