Página 487 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Capítulo 5
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la madre introduce en la boca de su hijo maltratado, siguiendo las
instrucciones del médico. Si no estaba enfermo antes, ahora sí lo está.
Ahora sufre de una enfermedad producida por la droga, y ésta es la
más pertinaz e incurable de todas las enfermedades. Si se restablece,
experimentará en mayor o menor grado en su organismo los efectos
de esa droga tóxica, y es probable que sufra espasmos, enfermedad
del corazón, hidropesía en el cerebro o tuberculosis. Algunos niños
no son lo suficientemente fuertes como para soportar ni aun una
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pequeña porción de drogas tóxicas, y cuando la naturaleza reúne
sus fuerzas para hacer frente al intruso, las fuerzas vitales del tierno
niño experimentan una carga demasido grande, hasta que la muerte
pone fin a la escena.
En esta época no es infrecuente ver a una madre junto a la
cuna de su hijo enfermo y agonizante, con el corazón traspasado de
angustia mientras oye los débiles gemidos y presencia los estertores
de muerte. Le parece incomprensible que Dios aflija de ese modo
a un niño inocente. No piensa que su proceder errado es el que
ha producido ese triste resultado. Destruyó la vida del niño tan
seguramente como si le hubiera dado veneno. La enfermedad nunca
sobreviene sin una causa. Primero se prepara el camino, y luego se
invita a la enfermedad al no tomar en cuenta las leyes de la salud.
Dios no se complace con los sufrimientos y la muerte de los niñitos.
Los encomienda a los padres para que los eduquen física, mental y
moralmente, y para que los preparen con el fin de ser útiles aquí en
la tierra y luego en el cielo.
Si la madre permanece en ignorancia en lo que atañe a las nece-
sidades físicas de su hijo, y como resultado éste enferma, no debe
esperar que Dios obrará un milagro para contrarrestar la parte que
ella tuvo para enfermarlo. Han muerto miles de niños que deberían
haber vivido. Son mártires de la ignorancia de sus padres acerca de la
relación que el alimento, el vestido y el aire que respiran tienen con
la salud. Las madres, en el tiempo pasado, deberían haber sido como
médicos para sus hijos. El tiempo que dedicaron al hermoseamiento
superfluo de la ropa de sus hijos, deberían haberlo empleado en un
propósito más noble: en instruirse acerca de sus propias necesida-
des físicas y las de sus hijos. Oeberían haber enriquecido su mente
con conocimientos útiles acerca del mejor método para criar a sus