Página 491 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Capítulo 6
Hermanas mías, es necesario que hagamos una reforma en nues-
tra manera de vestir. Hay muchos errores en el estilo de vestir feme-
nino actual. Es perjudicial para la salud, y por lo tanto un pecado, el
que las mujeres lleven corsés apretados, ballenas o que se compri-
man el talle. Esto ejerce una influencia depresora sobre el corazón,
el hígado y los pulmones. La salud de todo el organismo depende
del funcionamiento saludable de los órganos respiratorios. Miles de
mujeres han arruinado su constitución y se han acarreado diversas
enfermedades en sus esfuerzos por convertir una forma saludable
y natural en una insalubre y antinatural. Están insatisfechas con
los arreglos de la naturaleza, y en sus esfuerzos más fervorosos por
corregir la naturaleza y ponerla de acuerdo con sus ideas acerca de lo
que es la gracia y el encanto, destruyen su obra y la dejan convertida
en una ruina.
Muchas mujeres empujan hacia abajo las vísceras y las caderas
al colgar de ellas pesadas faldas. Estas no fueron formadas para
soportar peso. En primer lugar nunca deberían llevarse pesadas
faldas acolchadas. Son innecesarias y constituyen un gran mal. El
vestido de la mujer debería estar suspendido de los hombros. A Dios
le agradaría que hubiera más uniformidad en la manera de vestir de
los creyentes. El estilo de vestir adoptado en tiempos pasados por
los cuáqueros es el menos objetable. Muchos de ellos han renegado
de esta costumbre, y aunque conservan la uniformidad de color,
han consentido en el orgullo y la extravagancia, y sus vestidos han
sido confeccionados con el material más costoso. Sin embargo, su
selección de colores sencillos y la disposición modesta y pulcra de
sus vestidos son dignas de imitación por parte de los cristianos.
Los hijos de Israel, después que fueron sacados de Egipto, re-
cibieron la orden de colocar una sencilla cinta azul en el borde de
sus vestiduras, para distinguirlos de las naciones circundantes y para
dar a entender que eran el pueblo peculiar de Dios. En la actualidad
no se requiere que el pueblo de Dios coloque un distintivo especial
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