Página 496 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Mensajes Selectos Tomo 2
como instrumentos para realizar un bien muy grande si no llevasen
a tales extremos el asunto de la vestimenta.
Los que adoptan ese estilo de vestir han trastrocado el orden
establecido por Dios y han desatendido sus instrucciones especiales.
“No vestirá la mujer traje de hombre, ni el hombre vestirá ropa de
mujer; porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que esto
hace”.
Deuteronomio 22:5
. Dios no desea que su pueblo adopte
este estilo de vestir. No es ropa modesta, y no es apropiada para
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mujeres modestas y humildes que profesan ser seguidoras de Cristo.
Las prohibiciones de Dios son tomadas en cuenta livianamente por
todos los que abogan por la eliminación de las características que
distinguen la ropa de los hombres y la de las mujeres. La posición
extrema que adoptan algunos reformadores de la vestimenta con
respecto a esto disminuye su influencia.
Dios estableció que debía haber una neta distinción entre el ves-
tido de los hombres y el de las mujeres, y ha considerado este asunto
de suficiente importancia como para dar instrucciones explícitas
con respecto a él; porque la misma vestimenta llevada por los dos
sexos causaría confusión y un gran aumento de la criminalidad. Si
San Pablo estuviera vivo y viera con esa clase de vestimenta a las
mujeres que profesan piedad, pronunciaría expresiones de censura.
“Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor
y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos
costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que
profesan piedad”.
1 Timoteo 2:9, 10
. La mayor parte de los cristianos
profesos descartan completamente las enseñanzas de los apóstoles y
usan oro, perlas y adornos costosos.
El pueblo leal de Dios es la luz del mundo y la sal de la tierra.
Sus hijos siempre deben recordar que su influencia es valiosa. Si
cambiaran sus vestidos extremadamente largos por otros sumamente
cortos, en gran medida destruirían su influencia. Los incrédulos,
a quienes es su deber beneficiar y procurar llevar al Cordero de
Dios, sentirían disgusto. Pueden realizarse muchas mejoras en la
vestimenta de las mujeres teniendo en cuenta la salud, pero sin
efectuar cambios tan grandes que disgusten a quienes las miran.
El cuerpo de la mujer no debe ser comprimido ni en el menor gra-
do por corsés ni ballenas. El vestido debe quedar holgado para que
el corazón y los pulmones funcionen en forma saludable. El vestido