Página 497 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Capítulo 6
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debería llegar un poco más abajo del borde superior de la bota, pero
debería ser lo suficientemente corto como para no ser arrastrado por
la vereda y la calle, si no se lo levanta con la mano. Un vestido aún
más corto que esto sería adecuado, conveniente y saludable para las
mujeres cuando trabajan en la casa y especialmente para las mujeres
que deben realizar trabajos al aire libre. Con este estilo de vestir se
necesita una falda liviana o a lo más dos, y éstas deberían abrocharse
en la cintura o suspenderse mediante breteles. Las caderas no fueron
formadas para soportar grandes pesos. Las pesadas faldas llevadas
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por las mujeres con su peso actuando sobre las caderas, han sido la
causa de diversas enfermedades que no curan fácilmente, porque las
pacientes parecen ignorar la causa que las ha producido y continúan
violando las leyes de su organismo ciñendo su cintura y llevando
pesadas faldas hasta que se convierten en inválidas para toda la vida.
Muchos exclamarán inmediatamente: “¡Pero si ese estilo de vestir
está pasado de moda!” ¿Y qué importa si lo está? Quisiera que estu-
viésemos pasados de moda en muchos sentidos. Si pudiésemos tener
la fuerza pasada de moda que caracterizaba a las mujeres pasadas de
moda de generaciones anteriores, esto sería muy deseable. No hablo
sin tino cuando digo que la forma de vestir de las mujeres, junta-
mente con su complacencia del apetito, constituyen la mayor causa
de su actual estado de debilidad y enfermedad. No hay una mujer
en mil que abrigue sus piernas como debería hacerlo. Cualquiera
que sea el largo de sus vestidos, las mujeres deberían abrigarse las
piernas tan bien como lo hacen los hombres. Esto podría conseguirse
llevando pantalones recogidos y abrochados en los tobillos, o bien
largos y ceñidos hasta el borde del zapato. De este modo las piernas
y los tobillos quedan protegidos contra las corrientes de aire. Si las
piernas y los pies se mantienen protegidos con ropa abrigada, la
circulación se efectuará armoniosamente y la sangre permanecerá
saludable y pura, porque no se enfriará ni será estorbada mientras
circula por el organismo.
How to Live 6:57-64
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Se invita al lector a considerar que mientras la Sra. de White siempre hizo resaltar
ante la iglesia la importancia de una vestimenta saludable, modesta, económica y en
armonía con la sencillez cristiana, al mismo tiempo reconoció que la ropa, sin salirse del
límite establecido por estos principios, debería ser “adecuada para esta época”. En 1897,
cuando ciertas hermanas adventistas preguntaron si, para ser leales a los consejos del
espíritu de profecía, debían volver al estilo particular adoptado en la década de 1860, ella