6—Nuestra seguridad contra los engaños
La sinceridad sola no salvará
La fe en una mentirá no ejercerá una influencia santificadora
sobre la vida o el carácter. Ningún error puede ser verdad, ni puede
ser convertido en verdad mediante su repetición, o teniendo fe en
él. La sinceridad nunca salvará a un alma de las consecuencias de
creer en un error. Sin sinceridad no puede haber verdadera religión,
pero la sinceridad manifestada en relación con una religión falsa
nunca salvará a una persona. Puedo actuar con perfecta sinceridad
al seguir un camino equivocado, pero eso no lo convertirá en un
camino correcto, ni me llevará al lugar donde quiero ir. El Señor no
quiere que tengamos una credulidad ciega, y que a eso llamemos
una fe que santifica. La verdad es el principio que santifica, y por lo
tanto a nosotros nos corresponde saber cuál es la verdad. Debemos
comparar las cosas espirituales con lo que es espiritual. Debemos
probar todas las cosas y retener únicamente lo que es bueno, aquello
que tiene las credenciales divinas, que pone delante de nosotros los
verdaderos motivos y principios que deberían promover nuestras
acciones.—
Carta 12, 1890
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Una transformación evidente del carácter
Mientras las personas se conformen con una teoría de la verdad,
y mientras carezcan de la influencia diaria del Espíritu de Dios sobre
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el corazón, la cual se manifiesta en una transformación evidente del
carácter, se estarán privando de los requisitos que los capacitarían
para una mayor eficacia en la obra del Maestro. Los que carecen del
Espíritu Santo no pueden ser atalayas fieles sobre las murallas de
Sion, porque están ciegos y no ven la obra que debe hacerse, y no
hacen sonar la trompeta con nitidez.
El bautismo del Espíritu Santo, tal como en el día de Pentecos-
tés, conducirá a un reavivamiento de la religión verdadera y a la
realización de muchas obras maravillosas. Seres celestiales vendrán
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