Página 81 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Las credenciales divinas
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oír y en corazones que no quieren responder. Debido a ello, ningún
poder terrenal ni ningún poder celestial puede abrirse paso hacia el
alma.
¿Quién es responsable por estas almas? ¿Quién erradicará esa
venenosa raíz de amargura que les ha impedido recibir la palabra del
Señor? Una buena hermana o un hermano sembraron la mala semilla,
¿pero cómo puede ahora esa persona restaurar al alma que está en
peligro? La lengua que debió emplearse para la gloria de Dios al
pronunciar palabras de esperanza, fe y confianza en los obreros de
Dios, ahora ha alejado a un alma de Jesucristo. Quienes despreciaron
las palabras de Cristo, y rehusaron oír su voz y ser convertidos, han
influido en otras mentes con la levadura de las suposiciones sin
fundamento y las murmuraciones.
Este es el día de la preparación del Señor. No tenemos tiempo
para hablar de incredulidad y para chismear; no tenemos tiempo
ahora para realizar la obra del diablo. Que todos tengan cuidado de
no desarraigar la fe de otros al sembrar semillas de envidia, celo
y desunión; porque Dios oye las palabras, y juzga, no mediante
aserciones, que no valen nada, sino por el fruto que produce la
conducta de una persona. “Por sus frutos los conoceréis”.
Mateo
7:20
. La semilla sembrada determinará el carácter de la cosecha
(Manuscrito 32a, 1896).
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El mensaje inspirado por Dios va acompañado por una
evidencia convincente
Cuando el Señor da un mensaje a una persona, le da al mismo
tiempo algo mediante lo cual su pueblo puede conocer que el men-
saje procede de él. Dios no pide que su pueblo crea a todos los que
acuden a él con un mensaje.
El Señor envía amonestaciones a su pueblo no para destruirlo,
sino para corregir sus errores...
Estamos viviendo en tiempos peligrosos. Por la luz que he re-
cibido, sé que Satanás está procurando introducir aquello que hará
pensar a ciertos individuos que tienen una obra maravillosa que
hacer. Pero cuando Dios da un mensaje a una persona, esa persona,
mediante su humildad y su mansedumbre, dará evidencia de que
Dios está obrando por su intermedio. Dios vive y reina, y desea que