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Mensajes Selectos Tomo 2
del adversario de las almas; que se hallaban en tinieblas. Pretendían
poseer una gran luz según la cual el tiempo de gracia terminaría en
octubre de 1884.
Entonces declaré en público que al Señor le había placido mos-
trarme que no habría una fecha definida para el mensaje dado por
Dios desde 1844; y dije también que este mensaje, que es defendido
con gran celo por cuatro o cinco personas, era una herejía. Las visio-
nes de este pobre hijo no procedían de Dios. Esta luz no venía del
cielo. Había poco tiempo, pero el fin no debía sobrevenir todavía.
Había que terminar una gran obra para preparar un pueblo que fuera
sellado con el sello del Dios viviente.—
An Exposure of Fanaticism
and Wickedness, 9, 10
[1885].
Un mensaje para J. M. Garmire
Satanás ha dispuesto las cosas de tal modo que Ud. sea entram-
pado. El fanatismo, el engaño y el error lo mantienen cautivo. Ud.
ha hablado de sus ideas a su familia, ha interpretado mal la Escritura
y distorsionado la Palabra de Dios, y así ha hecho creer a los suyos
que los conceptos sostenidos y defendidos por nuestro pueblo no son
correctos. Sus interpretaciones de la Escritura no están en armonía
con la posición adoptada por los adventistas del séptimo día...
El molde que Ud. ha impreso en las mentes de sus hijos es un
reflejo de los errores que han corrompido su propia mente. Ud. los
ha educado para que vean manchas y arrugas en otras personas, y
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que las critiquen. Mediante sus palabras y su ejemplo establecido
al hablar contra sus hermanos y buscar sus errores, Ud. ha puesto
en movimiento una cadena de circunstancias, la cual, por su propio
poder, combinado con los instrumentos satánicos, ha dado como
resultado las visiones de su hija. Toda esta crítica y esta acusación
de sus hermanos es satánica...
Las credenciales divinas
La mucha fe que Ud. manifiesta en los testimonios, y el lugar
prominente donde los coloca, no es de ayuda para mí ni para mi
obra, porque Ud. coloca las visiones falsas de su hija en el mismo
nivel que las que el Señor me ha dado, y así rebaja la santidad y el
carácter exaltado de la obra que Dios me ha encomendado.