Página 105 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

Basic HTML Version

Advertencias y reprensiones
101
las fábulas para aceptar la verdad son despreciados, aborrecidos y
perseguidos por los que están presentando esas fábulas para que
la gente las acepte. Satanás está en guerra con el remanente que
está tratando de guardar los mandamientos de Dios y que tiene el
testimonio de Jesús. Algunos ángeles malos han sido comisionados
para emplear a ciertos hombres como sus agentes sobre la tierra.
Estos pueden ejercer con todo éxito su influencia para lograr que los
ataques de Satanás sean eficaces contra ese remanente al cual Dios
califica de “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo
adquirido por, Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que
os llamó de las tinieblas a su luz admirable”.
1 Pedro 2:9
. Satanás
está decidido a oponerse a este pueblo. Va a emplear a todos los
que estén dispuestos a enrolarse en su servicio, para impedir que
el pueblo escogido de Dios anuncie las virtudes del que lo llamó
de las tinieblas a su luz admirable. Ocultar, cubrir la luz, lograr
que el pueblo de Dios desconfíe de ella, que no crea en ella, es la
obra del gran rebelde y de sus huestes. Mientras Jesús purifica a su
pueblo para que sea suyo, redimiéndolo de toda iniquidad, Satanás
emplea todas sus fuerzas para impedir esta obra y la perfección
de los santos. No emplea su poder con los que están cubiertos de
engaños, guarecidos detrás de fábulas y errores, y que no hacen el
menor esfuerzo por recibir la verdad y obedecerla. Sabe que los tiene
en sus manos; pero los que están buscando la verdad para obedecerla
y amarla, son los que excitan su malignidad y despiertan su ira. No
los podrá debilitar nunca mientras permanezcan junto a Jesús; por
eso se complace cuando logra inducirlos a desobedecer.
Cuando pecamos contra Dios, se manifiesta la tendencia de per-
manecer un día de viaje detrás de Jesús; tratamos de separarnos de
su compañía porque nos resulta desagradable, porque cada rayo de
luz que procede de su divina presencia nos señala el pecado del cual
somos culpables. Satanás se regocija por los pecados que ha induci-
[97]
do a cometer a esas almas, y saca el mayor partido posible de todos
estos fracasos y pecados. Los presenta delante de los ángeles de
Dios, y se burla de ellos por estas debilidades y fracasos. Es en todo
sentido el acusador de los hermanos, y se regocija por cada pecado
y error que induce a cometer al pueblo de Dios. Usted, Hno. V, se
ha entregado bastante a esta tarea. Ha tomado lo que le parecieron
equivocaciones, debilidades y errores manifestados en las filas de