Página 159 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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La opresión de los asalariados
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sus empleados, es decir todo lo que habían ganado. Dios ve y sabe.
El Escudriñador de los corazones está al tanto de los pensamientos,
las intenciones y los propósitos del corazón. Cada peso que hayan
ganado de esa manera, reteniéndolo, lo perderán como consecuencia
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de la adversidad y la aflicción. El mundo, el mundo, el mundo ha
estado a la orden del día con respecto a ustedes. La salvación del
alma ha ocupado un lugar secundario. ¡Ah, si pudieran ver estas
cosas a la luz de la eternidad, tal como Dios las ve! Entonces se
sentirían alarmados, y no estarían tranquilos ni descansarían hasta
hacer restitución.
Tenían la luz acerca de la reforma pro salud, pero no la recibieron
ni vivieron de acuerdo con ella. Complacieron el apetito, y le dieron a
su hijo una triste lección de complacencia propia dejándolo comer lo
que quería y a cualquier hora. En su amor por el mundo, continuaron
obrando sobre la base del plan de ceder a las mayores presiones. La
mano de Dios se apartó, y ustedes quedaron librados a sus propias
debilidades. Ambos, entonces, vacilaron al borde de la muerte; pero
en muchos sentidos no aprendieron la lección que el Señor les quería
dar. Conservaron su amor al mundo. Su egoísta amor al dinero, su
actitud mezquina en sus transacciones comerciales no fue puesta a
un lado. No apreciaron la simpatía, el cuidado amante y la tierna
vigilancia de la persona que los cuidó cuando estaban enfermos.
Si lo hubieran hecho, los habría inducido a manifestar una actitud
noble y generosa, y no habrían sometido a esa persona, que había
sido tan buena con ustedes, al trato ordinario a que la sometieron.
Han oprimido al pobre; han tratado al prójimo injustamente. “Hay
quienes reparten, y les es añadido más; y hay quienes retienen más
de lo que es justo, pero vienen a pobreza”.
Proverbios 11:24
.
Me pareció, mientras se me presentaban estas cosas, que Satanás
ha tenido tal poder para enceguecer las mentes por medio del amor al
mundo, que incluso los profesos cristianos se olvidaron o perdieron
de vista el hecho de que Dios vive, y que sus ángeles están anotando
todos los actos de los hijos de los hombres; y que todo acto mez-
quino, todo trato indigno, queda anotado en el registro de la vida.
Cada día lleva su carga de anotaciones, de deberes incumplidos,
negligencias, egoísmos, engaños, fraudes y estafas. ¡Qué cantidad de
obras malas se está acumulando para el juicio final! Cuando Cristo
venga, “su recompensa con él, y delante de él su obra” (
Isaías 62:11
),