Página 175 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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El orgullo en los jóvenes
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que usted se fortalecía, y amenaza con ser su ruina. Sus padres se
han sentido celosos con respecto a sus hijos, y si éstos les traían
informes de que alguien los había despreciado, se interesaban en ello
y se enojaban inmediatamente, simpatizando con ellos, y cerraban
directamente el camino del bien espiritual.
Usted y su hermana P han manifestado mucho orgullo, que será
como paja en el día de Dios. El amor propio y el orgullo -el orgu-
llo por el vestido y la apariencia-, han prevalecido en ustedes. El
egoísmo las ha apartado del bien. Ambas necesitan una conversión
completa, una total renovación del entendimiento, una transforma-
ción cabal o, en caso contrario, no tendrán parte en el reino de Dios.
Su apariencia, su buen aspecto, su vestido, no las congraciarán con
Dios. Lo que el gran YO SOY nota es la valía moral. No hay verda-
dera belleza ni en la persona ni en el carácter aparte de Cristo; no
hay verdadera perfección ni en los modales ni en la conducta sin las
gracias santificadoras del espíritu de humildad, simpatía y verdadera
santidad.
Se me mostró que hay almas que se perderán como consecuencia
de la influencia y el ejemplo de ustedes. Han recibido la luz y han
tenido privilegios, y tendrán que rendir cuenta de ellos. Ustedes
no son naturalmente religiosas ni devotas; por el contrario, tienen
que hacer esfuerzos especiales para concentrar la mente en asuntos
religiosos. El yo es prominente en ustedes. Su estima propia es muy
grande; pero recuerden que el Cielo aprecia el valor moral, y consi-
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dera que el carácter es precioso y valioso gracias al adorno interior,
el ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima
delante de Dios. El atavío costoso, el adorno exterior, los atractivos
personales, se pierden en la insignificancia si se los compara con
este valioso logro: un espíritu afable y apacible. El amor de ustedes
por la satisfacción propia y los placeres, su falta de consagración y
devoción, han perjudicado a muchos. No pudieron beneficiar a los
que habían apostatado, porque las vidas de ustedes, en general, eran
semejantes a las de los mundanos.
Los que visitan _____ quedan con la impresión de que no hay
realidad alguna en la religión de ustedes, gracias a ustedes y a otros
jóvenes que no tienen experiencia religiosa. El orgullo se fortalece
en ellos; aumentan el amor a la ostentación, a la liviandad y al placer,
y las cosas sagradas no se perciben. Llegan a la conclusión de que