Página 176 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
han sido demasiado concienzudos, demasiado peculiares. Porque si
los que viven en el mismo centro de la gran obra reciben tan poca
influencia de las solemnes verdades que a menudo presentan, ¿por
qué habrían de ser ellos tan peculiares? ¿Por qué habrían de temer
gozar de placeres cuando al parecer ése era el objetivo de los que
tenían más experiencia religiosa en _____?
La influencia de los jóvenes de _____ se extiende a todos los
lugares donde los conocen, y la falta de consagración de sus vidas es
ya algo proverbial; y nadie ha tenido una influencia más perjudicial
que ustedes mismas. Han deshonrado su profesión de fe y han
sido miserables representantes de la verdad. El Testigo fiel dice lo
siguiente: “Yo conozco tus obras, que no eres ni frío ni caliente.
¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni
caliente, te vomitaré de mi boca”.
Apocalipsis 3:15-16
. Si, fueran
frías, habría alguna esperanza de que se convirtieran; pero cuando
la justicia propia lo ciñe a uno en lugar de la justicia de Cristo, el
engaño es tan difícil de percibir, y es tan difícil desembarazarse de
esa justicia propia, que el problema es muy difícil de solucionar. Un
pecador, inconverso e impío, está en mejor condicion que los tales.
Ustedes son piedra de tropiezo para los pecadores. Su falta de
consagración es notable. Están derramando, en lugar de reunir con
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Cristo. Si Dios me ayudara a despojarlas de esos mantos de justicia
propia, tendría esperanza de que pudieran redimir el tiempo y vivir
vidas ejemplares. A menudo se han entusiasmado con ello, pero
otras veces se han sumido de nuevo en su anterior inactividad y su
justicia propia previa, de modo que tienen nombre que viven, en
circunstancias que están muertas. El orgullo de ustedes amenaza con
ser su ruina. Dios les ha hablado con respecto a este punto. Si no se
reforman, les sobrevendrá aflicción; su gozo se convertirá en tristeza,
hasta que humillen sus corazones bajo la mano de Dios. El Señor
no acepta sus oraciones. Proceden de corazones llenos de orgullo y
egoísmo. Usted, mi querida hermana, es vana; ha vivido una vida
sin sentido, en circunstancias que si hubiera sido humilde, y hubiera
vivido para bendecir a los demás, habría sido una bendición para sí
misma y para todos los que la rodean. Quiera Dios perdonar a sus
padres y hermanas por la parte que desempeñaron en hacer de usted
lo que es, algo que Dios no puede aceptar, algo que, si no cambia,
será paja que el fuego consumirá en el día del Señor.