Página 187 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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La mundanalidad en la iglesia
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y las contemple, y fortalezca y ennoblezca las energías del alma para
que se dedique a la acción correcta, y obre para la gloria de Dios.
Las mujeres que profesan piedad generalmente no educan la
mente. La dejan sin control, para que divague por donde quiera.
Este es un gran error. Algunas parece que no tuvieran capacidad
mental. No han educado la mente para que piense; y porque no lo
han hecho, suponen que no pueden. La meditación y la oración son
necesarias para crecer en la gracia. No hay más estabilidad entre las
mujeres porque hay muy poca cultura mental, muy poca reflexión.
Al dejar que la mente permanezca en un estado de inacción, permiten
que los demás realicen el trabajo mental, tracen planes y piensen y
recuerden las cosas en lugar de ellas, y de ese modo cada vez son
más ineficientes. Algunas necesitan disciplinar la mente por medio
del ejercicio. Deberían obligarse a pensar. Mientras dependan de
alguien que piense por ellas, para que resuelva sus dificultades, y no
quieran esforzar la mente para pensar, la incapacidad de recordar,
de mirar hacia adelante y discriminar, proseguirá sin duda. Cada
persona debería hacer esfuerzos individuales para educar la mente.
Se me mostró que el Hno. V debería procurar más espiritualidad.
Usted no posee esa tranquila confianza en Dios que él requiere. No
educa su mente para que discurra por los canales de la espirituali-
dad. Usted se dedica demasiado a la charla vana e innecesaria, que
perjudica su propia alma y malogra su influencia. Debería procurar
la calma y la fortaleza mental. Se enoja fácilmente; sus emociones
son violentas y manifiesta en términos cortantes lo que le gusta y lo
que no le gusta. Necesita más de la buena religión para que ejerza
una influencia suavizadora sobre usted. Se lo ha invitado a aprender
de Cristo, que es manso y humilde de corazón. ¡Qué lección más
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preciosa! Si se la aprende bien, transforma toda la vida. La livian-
dad y la charla barata son perjudiciales para su progreso espiritual.
Debería buscar la perfección de carácter y permitir que su influen-
cia revele a Dios mediante sus palabras y actos. Necesita buscar
fervientemente al Señor, y beber más profundamente de la fuente
de la verdad, para que su influencia santifique su vida. Su mente
está demasiado dedicada al mundo. Debería concentrar su interés en
una vida mejor que ésta. No tiene tiempo que perder; apresúrese, y
aproveche las pocas horas de prueba que le quedan.