Página 191 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

Basic HTML Version

La mundanalidad en la iglesia
187
36
. El Señor sugiere que habrá una demora antes que finalmente
amanezca. Pero no quiere que den lugar a la fatiga, ni que disminuya
la intensidad de su ferviente vigilancia, porque la mañana no llega tan
pronto como la habían esperado. Se me presentó a los que esperaban
con la mirada dirigida hacia lo alto. Se animaban mutuamente al
repetir estas palabras: “Ya pasaron la primera y la segunda vigilias.
Estamos en la tercera vigilia, esperando el regreso del Maestro, y
velando. Lo que nos queda de esta vigilia es muy poco ya”. Vi
que algunos se cansaban; tenían la mirada dirigida hacia abajo;
estaban absortos por las cosas terrenales y no eran fieles en su vigilia.
Decían: “Esperamos que el Maestro viniera en la primera vigilia,
pero sufrimos una desilusión. Estábamos seguros de que vendría en
la segunda, pero ésta pasó, y no vino. De nuevo podemos sufrir un
chasco. No es necesario que seamos tan estrictos. Es posible que no
venga tampoco en la siguiente vigilia. Estamos en la tercera vigilia,
y creemos que es mejor que depositemos nuestro tesoro en la tierra,
para estar seguros de que no vamos a pasar necesidad”. Muchos
estaban durmiendo, adormilados por los cuidados de esta vida, y
seducidos por el engaño de las riquezas para abandonar su actitud
de espera y vigilancia.
Se me presentaron algunos ángeles que velaban con intenso
interés mientras observaban el aspecto de los cansados pero fieles
vigilantes, a fin de que la prueba no fuera demasiado dura, y no
[175]
desfallecieran por causa del esfuerzo y las dificultades duplicadas
por el hecho de que sus hermanos habían dejado de velar y se habían
embriagado con los cuidados mundanales y estaban engañados por
la prosperidad terrenal. Estos ángeles celestiales se sentían apenados
por causa de los que una vez estuvieron velando y que ahora, por su
indolencia e infidelidad, aumentaban las pruebas y preocupaciones
de los que con fervor y perseverancia estaban tratando de mantener
su actitud de espera y vigilancia.
Vi que era imposible que los afectos e intereses estuvieran de-
dicados a los cuidados mundanales, para acrecentar las posesiones
terrenales, y tener al mismo tiempo una actitud de espera y vigi-
lancia, como el Salvador lo ha mandado. Dijo el ángel: “Pueden
conseguir un solo mundo. Para lograr el tesoro celestial, deben sacri-
ficar el terrenal. No pueden tener ambos mundos”. Vi cuán necesario
era que la fidelidad en la vigilancia fuera permanente para poder