Página 204 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
Salvador y orando a Dios, Pedro no habría sido abandonado a su
propia débil fuerza, que le indujo a negar a su Señor en el momento
de prueba.
El Hijo de Dios se alejó por segunda vez y oró diciendo: “Padre
mío, si no puede este vaso pasar de mí sin que yo lo beba, hágase tu
voluntad”.
vers. 42
. Nuevamente volvió adonde estaban los discípu-
los y los halló durmiendo. Tenían los ojos pesados. Estos discípulos
dormidos representan a una iglesia que duerme cuando se acerca
el día del juicio de Dios. Es un tiempo de nubes y densas tinieblas,
cuando es peligroso dormirse.
Jesús nos ha dejado esta amonestación: “Velad pues, porque
no sabéis cuándo el Señor de la casa vendrá; si a la tarde, o a la
medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana; porque cuando
viniere de repente, no os halle durmiendo”.
Marcos 13:35-36
. Se
pide a la iglesia de Dios que cumpla su vigilia, por peligrosa que
sea, ora sea corta o larga. El pesar no brinda excusas para ser menos
vigilantes. La tribulación no debe inducirnos al descuido, sino a
duplicar la vigilancia. Por su ejemplo Cristo indicó a su iglesia cuál
es la fuente de su fuerza en tiempo de necesidad, angustia y peligro.
La actitud de vela designará en verdad a la iglesia como pueblo de
Dios. Por esta señal, los que aguardan se distinguen del mundo y
demuestran que son peregrinos y extranjeros en la tierra.
De nuevo, el Salvador se apartó tristemente de sus discípulos que
dormían, y oró por tercera vez repitiendo las mismas palabras. Luego
volvió a ellos y les dijo: “Dormid ya, y descansad: he aquí ha llegado
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la hora, y el Hijo del hombre es entregado en manos de pecadores”.
Mateo 26:45
. ¡Qué crueles fueron los discípulos al permitir que el
sueño les cerrase los ojos, y encadenase sus sentidos, mientras su
divino Señor soportaba tan inefable angustia mental! Si hubiesen
permanecido en vela, no habrían perdido su fe al contemplar al Hijo
de Dios muriendo en la cruz.
Esta importante vigilia nocturna debía destacarse por medio de
nobles luchas mentales y oraciones que los habrían robustecido
para presenciar la indecible agonía del Hijo de Dios. Los habría
preparado para que, mientras contemplaban sus sufrimientos en la
cruz, comprendieran algo de la naturaleza de la angustia abrumadora
que él soportó en el huerto de Getsemaní. Y habrían quedado mejor
capacitados para recordar las palabras que les había dirigido con