Página 217 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Advertencias a la iglesia
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pastor que llamó a sus vecinos y amigos para que os regocijarais
con nosotros; pero aparentemente no estabais dispuestos a hacerlo.
Creíais que la oveja había cometido un gran error al abandonar el
rebaño, y en lugar de regocijaros porque había regresado, anhelabais
hacerle sentir que debería estar muy apenada por haberse ido, y que
debería regresar de acuerdo con vuestras propias ideas. Y desde que
regresó, os habéis sentido celosos del Hno. A. Lo habéis vigilado
para ver si andaba bien. Algunos no se han sentido precisamente
satisfechos; no se han sentido dispuestos a aceptar las cosas tales
como son.
No os conocéis a vosotros mismos. Algunos de vosotros sois
egoístas, lo que reduce vuestra influencia y vuestros esfuerzos. Hay
más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por
noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento. Si la iglesia
hubiera estado preparada para apreciar la obra que el Señor estaba
haciendo en su medio a partir de esa cosecha de almas, sus miembros
se deberían haber ido fortaleciendo más y más. Pero en lugar de
poner toda el alma en la obra, y manifestar un interés especial y
sincero para hacer todo lo posible con el fin de proseguir la obra
después que nosotros partimos, actuaron como si la obra no les
importara mucho, y como si fueran meros expectadores, listos para
manifestar desconfianza y descubrir faltas en cuanto se presentara la
oportunidad propicia para hacerlo.
Se me mostró el caso del Hno. B. Se siente infeliz. No está
satisfecho con sus hermanos. Ha tenido la impresión por cierto
tiempo de que era su deber llevar el mensaje. Posee habilidad para
hacerlo y, en la medida de su conocimiento de la verdad, es capaz;
pero le falta cultura. No ha aprendido a dominarse a sí mismo.
Se requiere mucha sabiduría para tratar con las mentes, y él no
está calificado para ese trabajo. Comprende la teoría, pero no se
ha educado en la tolerancia, la paciencia, la gentileza, la bondad
y la verdadera cortesía. Si surge algo que no concuerda con sus
ideas, no se detiene a considerar si es sabio tomar nota de ello, o
dejarlo pasar hasta que sea debidamente considerado. Se prepara
inmediatamente para la batalla. Es áspero, severo, acusador y si las
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cosas no concuerdan con lo que él piensa, inmediatamente produce
dificultades.