Página 237 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

Basic HTML Version

Siervos de Mammón
233
fin de bendecir a los que lo necesitan, que visitan a las viudas y los
huérfanos en sus aflicciones, y que se mantienen sin mancha de este
mundo, tendrían una evidencia de que su religión es genuina. Los
tales alumbrarían a los demás con su luz de tal manera que éstos, al
ver sus buenas obras, se sentirían inducidos a glorificar a su Padre
que está en los cielos. Este fruto será para santidad, y ellos serán
representantes vivientes de Cristo en la tierra. Los pecadores se
convencerán de que hay en la verdad un poder que ellos no conocen.
Los que profesan estar esperando y velando a fin de prepararse para
la aparición de su Señor, no deberían desacreditar su profesión de fe
mediante regateos, y tratando de conservar hasta el último centavo.
Ese fruto no crece en el árbol cristiano.
[217]
Hno. I: El Señor no quiere que usted perezca; por lo contra-
rio, quiere que se aferre de su fortaleza, y que haga las paces con
él poniendo su voluntad en conformidad con su divina voluntad.
Si una fiel descripción de su conducta caracterizada por el amor
al dinero se le presentara a usted alguna vez, se aterrorizaría. Se
sentiría disgustado con su tacañería, su mezquindad y su amor al
dinero. Debería hacer el esfuerzo supremo de su vida para obtener la
gracia transformadora de Dios que puede hacer de usted un hombre
nuevo. Los medios económicos que le llegaron por intermedio de
sus parientes fueron una maldición para usted. Sólo aumentaron su
amor al dinero y constituyeron un peso adicional para hundirlo en la
perdición.
“Raíz de todos los males es el amor al dinero”.
1 Timoteo 6:10
.
Cuando los hombres emplean las facultades de la mente y el cuerpo
para obtener riquezas, y se conforman con el placer de acumular
medios que nunca van a usar, y que pueden llegar a ser un perjuicio
para sus hijos, abusan de las facultades que Dios les ha dado. Ponen
de manifiesto que sus caracteres han llegado a la sordidez como
consecuencia de dedicarse a la obtención de ganancias. En lugar de
alcanzar la felicidad, son miserables. Han cerrado sus almas a las
necesidades de los menesterosos, y han dado evidencia de que no
tienen compasión por los que sufren.
Mi hermano: Su corazón todavía no se ha encallecido frente a
las necesidades de los demás. Tiene impulsos generosos y le gusta
socorrer al necesitado. Con frecuencia hace con gusto algún acto
de bondad en favor de un hermano o un vecino; pero el dinero es