Página 262 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos”.
Mateo 5:6
. Cristo ha hecho amplia provisión para satisfacer el alma
que tiene hambre y sed de justicia.
El elemento puro del amor delatará al alma, a fin de que alcance
lo superior, en busca del conocimiento más amplio de las cosas divi-
nas, de tal manera que no quede satisfecha a menos que obtenga la
plenitud. La mayoría de los que profesan ser cristianos no tienen idea
de la fuerza espiritual que podrían tener si fuesen tan ambiciosos,
celosos y perseverantes para alcanzar el conocimiento de las cosas
divinas como lo son para obtener las miserables y perecederas cosas
de esta vida. Las masas que profesan ser cristianas se satisfacen con
su condición de enanos espirituales. No están dispuestas a buscar
primeramente el reino de Dios y su justicia; de ahí que la piedad sea
para ellas un misterio oculto e incomprensible. No conocen a Cristo
por experiencia.
Transpórtese repentinamente al Cielo a esos hombres y mujeres
que están satisfechos con su condición de enanos e inválidos en
las cosas divinas, y hágaseles considerar por un instante el alto y
santo estado de perfección que reina siempre allí, donde toda alma
rebosa de amor, donde todo rostro resplandece de gozo, donde se
elevan melodiosos acentos de música arrobadora en honor de Dios y
del Cordero y los incesantes raudales de luz fluyen sobre los santos
desde el rostro de Aquel que se sienta sobre el trono y del Cordero; y
hágaseles comprender que hay un gozo superior aún que experimen-
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tar; porque cuanto más reciben del gozo de Dios, tanto mayor es la
capacidad de los justos para disfrutar la dicha eterna; de modo que
continúe recibiendo nuevas y mayores provisiones de las incesantes
fuentes de gloria y felicidad inefable; ¿podrían dichas personas, me
pregunto, alternar con la muchedumbre celestial, participar en sus
cantos y soportar la pura, excelsa y arrobadora gloria que emana de
Dios y del Cordero? ¡Oh no! Su tiempo de prueba se alargó durante
años para que pudiesen aprender el lenguaje del Cielo, para que
pudiesen llegar a ser “participantes de la naturaleza divina, habiendo
huido de la corrupción que está en el mundo por concupiscencia”.
2 Pedro 1:4
. Pero tenían que dedicar las facultades de su mente y
las energías de su ser a un negocio egoísta. No podían dedicarse a
servir a Dios sin reserva. Las empresas mundanales debían ocupar
el primer lugar y recibir lo mejor de sus facultades; un pensamiento