Página 281 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Una juventud que se engaña a sí misma
Hno. O,
Se me han mostrado en visión los peligros de la juventud. Se
me presentó su caso. Vi que usted no había adornado su profesión
de fe. Usted pudo hacer el bien, y su ejemplo pudo haber sido una
bendición para los jóvenes con quienes se ha relacionado; pero, ¡ay!
no se ha convertido a Dios en lo más íntimo de su alma. Si hubiera
asumido la conducta de un cristiano consecuente, sus parientes y
amigos, gracias a su conducta piadosa, se habrían sentido inducidos
a seguir en sus pisadas. Mi hermano: Su corazón no es recto para con
Dios; sus pensamientos no son elevados; usted permite que su mente
discurra por senderos equivocados. Su moralidad no ha logrado un
tono puro y elevado. Sus hábitos han contribuido a perjudicar su
salud física, y han sonado a muerte para su espiritualidad. No puede
prosperar en su vida religiosa mientras no se convierta.
Cuando usted experimente la influencia transformadora del po-
der de Dios sobre su corazón, los resultados serán visibles en su vida.
Le ha faltado experiencia religiosa, pero no es demasiado tarde para
que busque ahora mismo a Dios con clamores fervientes, nacidos
del corazón: “¿Qué puedo hacer para ser salvo?” Nunca podrá ser un
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verdadero cristiano hasta que se convierta cabalmente. Ha sido más
amante de los placeres que de Dios. Ha estado buscando el placer,
pero, ¿ha encontrado verdadero gozo en esa forma de proceder? Ha
intentado hacerse el simpático ante muchachas jóvenes e inexpertas.
Ha concentrado tanto su mente en ellas que no la ha podido dirigir
hacia arriba, hacia Dios y el Cielo. “Pecadores, limpiad las manos; y
vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones”.
Santiago
4:8
. Esta exhortación se aplica a usted. Necesita aprender los cami-
nos, la voluntad y las obras de Dios. Necesita una religión pura e
incontaminada; necesita cultivar hábitos de devoción. Deje de hacer
el mal y aprenda a hacer el bien. La bendición de Dios no puede
reposar sobre usted hasta que llegue a ser más semejante a Cristo.
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