Página 293 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

Basic HTML Version

Peligros de hablar sobre las dificultades familiares
289
Va a tener que limpiar la senda que ha dejado atrás por medio
de una confesión completa. Necesita convertirse totalmente; debe
producirse en usted una renovación del yo por la transformación
de su entendimiento. Su estima propia debe ser vencida. Tiene que
aprender a estimar a los demás más que a sí mismo. Deje de lado la
exaltada opinión que tiene de lo que ha logrado conseguir, cultive un
espíritu humilde y tranquilo que es de gran estima a la vista de Dios.
Usted ha asumido una actitud que lo ha alejado de la senda de
la rectitud, y ahora se siente perturbado. Las dudas, los temores
y la desesperación se apoderan de usted. Sólo hay una manera de
salir, y ésta es la confesión. Su única esperanza consiste en caer
sobre la Roca y ser quebrantado; si no lo hace, seguramente caerá
sobre usted y lo pulverizará. Ahora puede reparar sus errores; ahora
puede redimir el pasado. Mediante una vida de bondad y verdadera
humildad, todavía puede caminar entre sus familiares de una manera
aceptable a Dios. Quiera Dios ayudarle, en vista del juicio venidero,
a trabajar como si en ello le fuera la vida. Querido hermano: estoy
profundamente interesada en usted. Ha andado en tinieblas por un
tiempo. No llegó de repente a la condición tenebrosa en que se
encuentra ahora. Se apartó de la luz gradualmente. Primero se exaltó
a sí mismo, y después, el Señor le quitó su fortaleza.
Ha tenido interés en la música. Esto ha dado oportunidad para
que algunas mujeres incautas e insensatas le confiaran sus pesares.
Esto halagó su orgullo, pero fue una trampa para usted. Abrió la
[271]
puerta para las sugerencias de Satanás. Usted no obró como debería
haberlo hecho. No tenía derecho a escuchar, al visitar algunas fami-
lias, lo que se le dijo. Estas conversaciones corrompieron su mente,
aumentaron su estima propia y le sugirieron malos pensamientos.
Aceptó ser el confesor de algunas mujeres sentimentales que desea-
ban simpatía y querían apoyarse en alguien. Si hubieran tenido buen
juicio y confianza propia, si hubieran tenido un propósito en la vida,
y les hubiera gustado beneficiar a los demás, no habrían llegado a la
situación de necesitar de alguien para que les ofreciera simpatía.
Usted no sabe cuán engañoso es el corazón humano. No conoce
tampoco las artimañas de Satanás. Algunas de las mujeres que han
aprovechado bastante de su simpatía, tienen una imaginación enfer-
miza: están enfermas de amor, son sentimentales, siempre ansiosas
de crear sensación y hacer alharaca. Algunas no están satisfechas