Página 295 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Peligros de hablar sobre las dificultades familiares
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contrito. ¿Se convertirá usted? ¿Quiere vivir? Vale la pena que su
alma se salve: es preciosa. Queremos ayudarle.
Vi que usted no era feliz. No tiene descanso. Se siente perturbado,
pero rehusa asumir la única conducta que podría brindarle alivio y
esperanza. El que confiesa sus pecados y se aparta de ellos encontrará
misericordia. Su condición es deplorable y está causando un gran
perjuicio a la obra de Dios. Su influencia va a destruir a otros además
de usted mismo.
Si no quiere venir a Dios para confesarle sus apostasías de mane-
ra que él lo pueda sanar, ni usted ni su pobre familia pueden esperar
nada del futuro. La miseria vendrá en la estela del pecado. La mano
de Dios estará en su contra, y dejará que Satanás lo domine para
que lo lleve cautivo de acuerdo con su voluntad. Usted no sabe hasta
dónde puede llegar. Será como alguien que está en alta mar y sin
ancla. La verdad de Dios es un ancla. Usted se está separando de esa
ancla. Está sacrificando sus intereses eternos en aras de la concu-
piscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de
la vida. Está a punto de cortar las cuerdas que podrían salvarlo de
la destrucción total. Al tratar de salvar su vida mediante el oculta-
miento de sus errores, la está perdiendo. Si se humilla ahora delante
de Dios, le confiesa sus pecados, y vuelve a él de corazón, con un
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propósito firme, todavía usted y sus familiares pueden ser felices.
Si no quiere hacerlo, y elige su propio camino, su felicidad habrá
llegado a su fin.
Tiene una gran obra que hacer. Su conducta ha sido demasiado
descuidada. Sus palabras no han sido elevadas, ni castas ni puras. Se
ha estado separando de lo divino, y ha estado cultivando las pasiones
inferiores. Las facultades nobles de su mente han sido sometidas a
las pasiones animales. Por algún tiempo no ha seguido una conducta
correcta. No se ha apartado de toda apariencia de mal. No debe
continuar con ese proceder por más tiempo.
No ha amado a su esposa como debería haberlo hecho. Es una
mujer buena. Ha visto, en cierta medida, su peligro. Pero usted cerró
sus oídos a sus palabras de cautela. Creyó que hablaba impulsada
por los celos; pero no es así. Lo ama, va a tolerar sus errores y lo
va a perdonar; lo va a seguir amando a pesar del profundo daño que
usted le ha hecho, si se apresura a acudir a la luz y limpia su pasado.
Tiene que experimentar una conversión completa. A menos que lo