Página 300 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
Has sido puesto en circunstancias desfavorables para que desa-
rrolles un buen carácter cristiano; pero ahora has sido ubicado donde
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tienes que formar una buena reputación o destruirla. No creemos
que vas a hacer esto último. Pero no estás libre de tentación. En
una sola hora puedes seguir una conducta que más tarde te puede
costar lágrimas amargas y arrepentimiento. Al ceder a la tentación
puedes enajenarte algunos corazones, perder el respeto y la estima
que te están teniendo los que te rodean, y también puedes manchar
tu carácter cristiano. Tienes que aprender la lección de la sumisión.
Consideras humillante hacer algunas de las tareas de la casa: man-
dados y pequeños quehaceres. Esos pequeños requerimientos no
te gustan definidamente; pero tienes que cultivar el gusto por esas
mismas cosas que te causan tanta aversión. Mientras no lo hagas,
no llegarás a ser un ayudante aceptable en ninguna parte. Cuando te
dedicas a esas cosas pequeñas pero necesarias, estás prestando un
servicio más real que si estuvieras dedicado a grandes negocios y a
una tarea difícil.
Me viene a la mente en este momento el caso de alguien, que
se me presentó en visión, que pasó por alto estas pequeñas cosas, y
no pudo interesarse en los deberes humildes, para tratar de alivianar
la tarea de algunas personas que no podían salir de sus casas; esa
también era una tarea humilde. Ahora tiene familia, pero sigue
poseído de la misma indisposición para dedicarse a los deberes
pequeños pero importantes. Como resultado de ellos, la gran carga
recae sobre su esposa. Tiene que hacer muchas cosas; si no las hace,
quedarán sin hacer; y la cantidad de trabajo que recae sobre ella
por causa de esta falla de su esposo está minando su salud. El no
puede ahora vencer este mal tan fácilmente como podría haberlo
hecho durante su juventud. Pasa por alto los deberes pequeños, y no
conserva todo en orden y bien arreglado; por lo tanto, no puede ser
un granjero de éxito. “El que es fiel en lo muy poco, también en lo
más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es
injusto”.
Lucas 16:10
.
Naamán el sirio consultó al profeta de Jehová en cuanto a cómo
podía sanar de esa enfermedad tan horrible: la lepra. Se le indicó
que se bañara en el Jordán siete veces. ¿Por qué no siguió inme-
diatamente las indicaciones de Eliseo, el profeta de Dios? ¿Por qué
rehusó hacer lo que el profeta le mandó? Regresó junto a sus siervos,