Página 301 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Carta a un muchacho huérfano
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murmurando. En su mortificación y frustración, se enojó, y con ira
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rehusó seguir el humilde consejo dado por el profeta de Dios. “He
aquí -manifestó- yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie
invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará
el lugar, y sanará la lepra. Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no
son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavase en ellos,
¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado”.
2 Reyes
5:11-12
. Sus siervos dijeron: “Padre mío, si el profeta te mandara
alguna
gran cosa,
¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate,
y serás limpio?”
vers. 13
. Sí, este gran hombre consideraba que
estaba por debajo de su dignidad ir al humilde río Jordán y lavarse
allí. Los ríos que mencionó y deseaba estaban embellecidos por
los árboles y los huertos que los rodeaban, y había ídolos en esos
huertos. Muchos acudían a esos ríos para adorar a sus dioses; por lo
tanto, no habría tenido necesidad de humillarse. Pero si seguía las
indicaciones definidas del profeta tendría que humillar su orgullo
y la soberbia de su espíritu. La obediencia voluntaria produce los
resultados deseados. Se lavó, y sanó.
Tu caso es similar en algunos sentidos al de Naamán. No crees
que para perfeccionar el carácter cristiano tienes que aceptar ser
fiel en las cosas pequeñas. Aunque las cosas que tienes que hacer
sean de poco valor según tu opinión, son deberes que tendrás que
cumplir mientras vivas. El descuido de estas cosas significa que tu
carácter es sumamente deficiente. Tú, mi querido muchacho, tienes
que educarte para ser fiel en las cosas pequeñas. No puedes agradar
a Dios mientras no lo hagas. No puedes ganar el amor y el afecto
de los demás a menos que hagas exactamente lo que se te pide, bien
dispuesto y con satisfacción. Si quieres que te amen los que están
contigo, debes manifestarles amor y respetarlos.
Es tu deber hacer todo lo posible para alivianar la carga de la
hermana con quien vives. Tú has visto que está pálida y debilitada,
y que está cocinando para una familia numerosa. Todo trabajo extra
que tiene que hacer, la debilita y disminuye su vitalidad. No tiene
manos ni pies jóvenes para hacer pequeños mandados. Te recibieron
en el seno de la familia, como te lo dijeron a ti y nos lo dijeron
a nosotros en su momento, precisamente para que hicieras esas
cosas. Pero si tú no haces exactamente las cosas que ellos creen
les van a ayudar mucho, y decides hacer tu voluntad siguiendo una
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