Página 306 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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El miembro rebelde
Querida Hna. S,
Se me han mostrado algunas cosas con respecto a usted. No
tiene una idea exacta de su verdadera condición. Necesita que la
gracia haga en su corazón una obra profunda y completa. Necesita
poner su corazón y su casa en orden. El ejemplo que da en el seno
de su hogar no es digno de imitación. Ha alcanzado una norma baja;
pero no ha logrado llegar a la norma elevada de su divino Señor. Le
gusta hacer visitas y conversar, y dice muchas cosas impropias de
un cristiano. Sus declaraciones son exageradas, y a menudo están
muy lejos de la verdad. Sus palabras y sus actos la juzgarán en el día
postrero. Por ellos será justificada o condenada. Su educación no ha
sido ennoblecedora; por eso usted tiene ahora la tremenda necesidad
de prepararse y educarse en la pureza de pensamiento y acción.
Entrene sus pensamientos de modo que le resulte fácil espaciarse en
las cosas puras y santas. Cultive el amor por la espiritualidad y la
verdadera piedad.
Su conversación es a menudo de bajo nivel. Está engañando
a su propia alma, y este engaño le resultará fatal, a menos que
despierte para verse a sí misma tal como es, y se vuelva a Dios
con verdadera humildad de corazón. Tiene la tendencia de mentir.
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Su hijo no tiene un conocimiento experimental de Dios ni de los
sagrados requerimientos de la verdad. Sus padres le han hecho creer
que es cristiano, pero es un representante por demás miserable de los
cristianos observadores del sábado. Dios no permite que aceptemos
a una persona de su clase como cristiana. Usted no disciplina a
su hijo. Es testarudo y fanático. Tiene una noción muy vaga de la
verdadera cortesía, y ni siquiera de la urbanidad común. Es tosco
y sin cultura; no ama, y a la vez no es amable. Usted les dice a los
demás que es cristiano, y al hacerlo deshonra la causa de Cristo. Este
muchacho está bastante bien encaminado como para convertirse en
un hipócrita educado. No tiene dominio propio, pero usted le hace
creer que es cristiano.
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