Página 311 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Consuelo en la aflicción
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hay en reserva para nosotros. Podemos creer en Dios, podemos
confiar en él, y al hacerlo glorificar su nombre. Aun cuando seamos
vencidos por el enemigo, no somos desechados ni abandonados ni
rechazados por Dios. No; Cristo está a la diestra de Dios, e intercede
por nosotros. “Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con
el Padre, a Jesucristo el justo”.
1 Juan 2:1
.
Quiero decirle, hermana mía, que no necesita descartar su con-
fianza. Pobre alma temblorosa, descanse en las promesas de Dios. Si
lo hace, las cadenas del enemigo serán quebrantadas, sus insinuacio-
nes carecerán de poder. No haga caso de los susurros del enemigo.
Váyase libre, alma oprimida. Tenga buen ánimo. Dígale a su pobre
corazón desalentado: “Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
salvación mía y Dios mío”.
Salmos 43:5
. Sé que Dios la ama. Ponga
su confianza en él. No piense en las cosas que producen tristeza y
tribulación; apártese de todo pensamiento desagradable, y piense en
el precioso Jesús. Medite en su poder para salvar, en su infinito e
incomparable amor por usted, sí, por usted. Sé que Dios la ama. Si
no puede reposar en su propia fe, hágalo en la de otros. Creemos y
esperamos en lugar de usted. Dios acepta nuestra fe en lugar de la
suya.
Usted ha tratado de obrar bien, y Dios es piadoso y compasivo
con usted. Póngase contenta y dígale adiós a las tinieblas y a las
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dudas. Al permitir que esas dudas tengan cabida en su corazón, usted
deshonra a Dios. El creer produce paz y gozo en el Espíritu Santo.
El creer produce paz, y la confianza en Dios produce gozo. “¡Crea,
crea -dice mi alma- crea!” Descanse en Dios. El es poderoso para
guardar lo que usted le ha confiado. La hará más que vencedora por
medio de aquel que la amó. Quiera el Señor bendecirla y fortalecer
su fe vacilante, es nuestra oración. Le enviamos estas pocas líneas
en la confianza de que le harán bien.
* * * * *