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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
Esta condición lamentable es el resultado de una simpatía y una
adulación imprudentes. Usted poseía una inteligencia muy buena,
pero se desequilibró al discurrir por canales equivocados. Ahora
usted, en el seno de la sociedad, vale un poquito menos que nada.
Esto no necesita ser así. Puede hacer por sí misma lo que nadie
más puede hacer por usted. Tiene deberes que cumplir. Pero se ha
entregado por tanto tiempo a la inutilidad, que se imagina que no
puede hacer nada. La voluntad está quebrantada; tiene las fuerzas
pero no la voluntad.
Desfallece de amor. Jesús quiere sus afectos; si se los dedica,
él la va a librar de ese amor enfermizo, sentimental e impuro que
encontró en las páginas de una novela. En Jesús usted puede amar
con fervor, con sinceridad. Este amor puede aumentar su profundidad
y expandirse hasta el infinito, sin perjudicar la salud del cuerpo ni
la fortaleza de la mente. Necesita amar a Dios y al prójimo. Debe
despertar, debe sacudir ese engaño que está sobre usted, y buscar el
amor puro.
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Su única esperanza para esta vida y la mejor consiste en buscar
fervientemente la verdadera religión de Jesús. Usted no tiene expe-
riencia religiosa. Necesita convertirse. Esa tristeza suya, que a la vez
es inquieta, indolente y egoísta, cederá su lugar a la alegría, que será
beneficiosa para el cuerpo y la mente. El amor a Dios asegurará el
amor al prójimo, y usted se dedicará a los deberes de la vida con
interés profundo y abnegado. Los principios puros constituirán el
fundamento hacia corrientes más saludables. Dedíquese a Dios; si
no, nunca obtendrá la vida mejor.
Tiene deberes que cumplir con respecto a sus padres. No se
desanime si se cansa al principio. No será un inconveniente duradero.
A menudo sus padres se cansan muchísimo. Si alguna vez usted se
cansara mucho al realizar una tarea útil, eso no sería ni la mitad de
lo perjudicial que es el hecho de que su mente se concentre en sí
misma para fomentar enfermedades y sumirse en el desánimo. El
fiel cumplimiento de los deberes hogareños, el ocupar su lugar allí
de la mejor manera posible, aunque sus deberes sean sumamente
sencillos y humildes, es verdaderamente elevador. Se necesita esa
influencia divina. En esto hay paz y alegría sagrada. Posee un poder
sanador. En forma imperceptible einsensible curará las heridas del
alma, e incluso los sufrimientos del cuerpo. La paz mental, que es