Página 322 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
druplicaría. Dios toma nota. El sabe para qué vivimos, y si nuestras
vidas están dedicadas a hacer lo mejor en favor de los pobres y caí-
dos seres humanos, o si nuestros ojos están eclipsados a todo lo que
no sea nuestro propio interés, y a todo ser humano con excepción de
nuestro pobre yo. Les ruego en nombre de Cristo, en nombre de las
propias almas de ustedes, y en nombre de la juventud, no considerar
tan livianamente este asunto como muchos lo hacen. Es un tema
importante y serio, que afecta tanto los intereses del reino de Cristo
como la salvación de almas preciosas. ¿Por qué no habría de ser
un deber que Dios les impone a los que pueden, que gasten algo en
beneficio de los destituidos, aunque sean ignorantes e indisciplina-
dos? ¿Se van a dedicar ustedes a trabajar solamente donde reciban
el provecho más egoísta y placentero? No condice con ustedes que
descuiden el favor divino que el Cielo les ofrece si atienden a los
necesitados, y dejen a Dios llamando en vano a la puerta. Está allí
en la persona de los pobres, los huérfanos desamparados y las viu-
das afligidas, que necesitan amor, simpatía, afecto y ánimo. Si no
atienden a uno de éstos, tampoco atenderían a Cristo si estuviera
sobre la tierra.
Recuerden su anterior desventura, su ceguera espiritual, y las
tinieblas que los envolvían antes que Cristo, el tierno y amante Sal-
vador, acudiera a ayudarlos y los encontró allí donde estaban. Si
dejan pasar la oportunidad de dar pruebas tangibles de su gratitud
por el amor maravilloso y asombroso que el Salvador compasivo
manifestó por ustedes, que eran extranjeros en la comunidad de
Israel, hay razones para temer que les puedan sobrevenir tinieblas
y miserias mayores aún. Ahora es el tiempo de la siembra para us-
tedes. Cosecharán lo que siembren. Aprovechen mientras puedan
de todo privilegio que se les conceda de hacer el bien. Esos privi-
legios aprovechados serán como chubascos que los regarán y los
reavivarán. Aprovechen toda oportunidad que esté a su alcance, de
hacer el bien. Las manos ociosas cosecharán muy poco. ¿Para qué
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viven los de más edad sino para cuidar a los jóvenes y ayudar a
los desamparados? Dios nos los ha encomendado a nosotros, que
tenemos más edad y experiencia, y nos va a llamar a cuenta si no
asumimos estas responsabilidades. ¡Qué si no se aprecian nuestras
labores! ¡Qué si fracasamos muchas veces y sólo tenemos éxito