Página 325 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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El deber hacia los huérfanos
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la iglesia? En gran medida es responsable de la salvación de estos
huérfanos.
Con toda seguridad ustedes no han logrado conseguir la confian-
za y el afecto del niño porque no le dieron pruebas más tangibles de
su amor, y porque le escatimaron algunos incentivos. Si no podían
gastar dinero, por lo menos de alguna manera podrían haberle dado
a conocer que no eran indiferentes a su caso. Creer que el amor y
el afecto es unilateral, es un error. ¿En qué medida se han educado
ustedes para manifestar afecto? Están demasiado encerrados en sí
mismos, y no sienten la necesidad de rodearse de una atmósfera de
ternura y bondad, que procede de la verdadera nobleza del alma. Los
Hnos. F dejaron sus hijos al cuidado de la iglesia. Tenían suficientes
parientes ricos que querían a los chicos, pero que eran incrédulos, y
si hubieran sido dejados a su cuidado, o si se hubieran convertido
en sus tutores, habrían apartado sus corazones de la verdad para
llevarlos al error, y habrían puesto en peligro su salvación. Como
no se les permitió tener a los chicos, se enojaron y no han hecho
nada por ellos. La confianza de estos padres en la iglesia debería
ser tomada en consideración, y no tendría que ser olvidada como
consecuencia del egoísmo.
Tenemos un profundo interés en estos chicos. Una de ellas ya ha
desarrollado un hermoso carácter cristiano, y se casó con un ministro
del Evangelio. Y ahora, como retribución por todos los cuidados
y atenciones que se le brindaron, es una verdadera portadora de
cargas en la iglesia. Se la busca para que dé opiniones y consejos
por parte de los que tienen menos experiencia, y los que lo hacen
no son defraudados. Posee verdadera humildad cristiana, que sólo
puede inspirar respeto y confianza en todos los que la conocen. Estos
chicos están tan cerca de mi corazón como mis propios hijos. No los
voy a perder de vista ni voy a dejar de preocuparme por ellos. Los
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amo sinceramente, tierna y afectuosamente.
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